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España se plantea el futuro del turismo de masas, su principal motor económico

El turismo, sobre todo el de sol y playa, es el principal sector económico de España, un "salvavidas" en tiempos de crisis, pero la masificación de visitantes que satura el centro de grandes ciudades y localidades costeras ha abierto el debate sobre si este modelo es sostenible.

España se plantea el futuro del turismo de masas, su principal motor económico

Las protestas contra el fenómeno se radicalizaron en los últimos días, cuando un grupo juvenil anticapitalista asaltó un autocar turístico en Barcelona, capital de la región de Cataluña (noreste), y difundió un vídeo con pancartas, bengalas y lanzamiento de confeti contra los clientes de un restaurante en Palma, capital del archipiélago mediterráneo de Baleares.

Vecinos, organizaciones sociales y algunos partidos ya venían quejándose pacíficamente de la presión turística creciente en determinadas regiones y ciudades, como San Sebastián, en el norte de España.

Se sienten alarmados por la degradación de barrios y centros históricos y la proliferación por doquier de negocios que quieren sacar provecho rápidamente, como los apartamentos turísticos ilegales.

Para frenarlos, una ley de Baleares impone desde hoy multas de entre 20.000 y 40.000 euros a los propietarios de pisos que los alquilen a turistas.

En el caso de las inmobiliarias, intermediarios turísticos o plataformas digitales que los publiciten, como AirBNB o HomeAway, pueden llegar a 400.000 euros.

Consciente de la importancia del turismo para España, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, advirtió este lunes del riesgo de maltratar a los visitantes que llegan al país.

"Me parece que lo que no se puede hacer es tratar a patadas al turista, que deja muchísimos ingresos y que permite que muchos españoles puedan trabajar", dijo.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, condenó las acciones extremistas, pero advirtió de que "no hay que magnificar hechos aislados". No obstante, los hoteleros pidieron que las administraciones actúen de manera "muy contundente" en caso de actos violentos.

Una encuesta del Ayuntamiento barcelonés de julio pasado colocaba el turismo como el principal problema de la ciudad, por encima del desempleo, algo sin precedentes.

Los ataques a intereses turísticos apenas tendrán consecuencias económicas en el sector a corto plazo, según opinan algunos expertos, pero pueden ser una llamada de atención sobre si el modelo actual tiene futuro.

Los habitantes de siempre llegan a sentirse "extranjeros" en sus propias ciudades, cansados de las grandes aglomeraciones de viajeros, frecuentemente europeos, y de los alborotos que causan a cualquier hora en viviendas y en la calle.

En algunos casos, el desenfreno llega hasta la muerte, como ocurre con jóvenes drogados o bebidos que practican "balconing" en los hoteles (lanzarse a la piscina desde la terraza de la habitación), y también en fiestas callejeras nocturnas, que acaban en peleas en lugares como Magaluf (Baleares) y Salou (provincia catalana de Tarragona).

De esta manera, se ha ido acuñando un nuevo concepto turístico no oficial de "sol, playa y... borrachera".
Pero el turismo de masas no es exclusivo de estas dos regiones, pues el partido Izquierda Unida denunció recientemente el riesgo de una "burbuja" del sector en Andalucía (sur de España).

Y las autoridades regionales de Galicia (noroeste) tuvieron que limitar el acceso a la Playa de las Catedrales, en el municipio de Ribadeo, debido al aluvión de visitantes.

Aparte, la masificación es todo un desafío para los servicios públicos de agua potable (este año es especialmente seco en España) y limpieza en municipios que multiplican su población varias veces en el verano.

Mientras tanto, el clima, el estilo de vida, una relación entre calidad y precio competitiva y el temor al terrorismo en otros destinos turísticos, entre otros factores, hacen que España siga batiendo récords este mismo año.

Sin embargo, es aún un turismo desequilibrado, volcado mayoritariamente hacia las costas, principalmente del Mediterráneo, a pesar de que gran parte del patrimonio natural, histórico y artístico del país -entre los primeros de Europa- se encuentra en el interior.

España acabó 2016 con 75,6 millones de visitantes extranjeros, principalmente británicos, alemanes y franceses, con Cataluña a la cabeza (18 millones), seguida de Canarias (13,3 millones) y Baleares (13 millones).

El turismo supone más del 10 % del PIB nacional y en el segundo trimestre de este año daba empleo a 2,5 millones de personas. Jesús Lozano. EFE

CC

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