El comandante de uno de los batallones de la Policía Militarizada de Río de Janeiro fue asesinado hoy a tiros en un crimen que las autoridades atribuyen a un intento de asalto y que eleva a 111 el número de policías asesinados en lo que va del año en esta ciudad brasileña.
El coronel Luiz Gustavo Teixeira, de 48 años y que comandaba el Tercer Batallón de la Policía Militarizada, fue acribillado a tiros por desconocidos que supuestamente intentaron robarle el automóvil en la mañana de este jueves en el barrio de Méier, en la zona norte de Río de Janeiro y a pocas calles de su cuartel.
Los agentes que escoltaban al oficial se enfrentaron a tiros a los posibles asaltantes y consiguieron conducir con vida a Teixiera hasta un hospital, donde fue sometido a una cirugía pero no resistió a las heridas, principalmente a las provocadas por los disparos que recibió en el pecho y le afectaron la aorta, la tráquea y el pulmón.
El comandante general de la Policía Militarizada en Río de Janeiro, coronel Wolney Dias Ferreira, informó en un comunicado de que su subordinado fue víctima de un intento de asalto y que los homicidas hicieron al menos 17 disparos de fusil en su contra.
"Los criminales hicieron varios disparos contra el vehículo que ocupaba. El automóvil era conducido por un agente de la Policía Militarizada que también quedó herido, pero afortunadamente sobrevivió", según el comunicado de Dias Ferreira.
La institución había anunciado inicialmente que se trataba de un atentado contra el oficial, pero después corrigió la información.
Aclaró, no obstante, que Teixeira, que estaba en la Policía hacía 26 años, es el primer comandante de batallón y el primer coronel entre los 111 policías asesinados este año en el estado más emblemático de Brasil.
"Estamos en las calles y somos víctimas de la misma violencia que afecta a los ciudadanos. La policía está en las calles para garantizar la seguridad, incluso aunque eso nos cueste la vida", aseguró el vocero de la Policía Militarizada, mayor Ivan Blaz.
El asesinato del oficial se produjo tres días después de que una turista española muriese por disparos de policías cuando realizaba una visita a Rocinha, la mayor favela de la ciudad y en donde bandas rivales de narcotraficantes protagonizan una "guerra" hace al menos dos meses.
Río de Janeiro vive una inusitada ola de violencia desde la celebración de los Juegos Olímpicos de 2016, que ha obligado al Gobierno del presidente Michel Temer a enviar a unos 10.000 miembros de las Fuerzas Armadas para reforzar la seguridad en la región, con la perspectiva de que permanezcan allí hasta finales de 2018.
El programa de seguridad puesto en marcha en 2008 por el gobierno regional para intentar expulsar a los narcotraficantes que dominaban varias de las favelas de esta ciudad dio resultados en sus primeros años y consiguió reducir los índices de criminalidad pero las bandas de pistoleros consiguieron volver a las barriadas.
En lo que va de año, según asociaciones de la sociedad civil, en todo el estado de Río se han registrado unas 4.000 muertes en actos de violencia.
El estado de Río de Janeiro, el más turístico de Brasil, también afronta una de las mayores crisis económicas de su historia, después de que en junio del año pasado, poco antes de organizar los Olímpicos de 2016, declarara "calamidad financiera" (quiebra), lo que ha provocado una reducción de los gastos para pagarle horas extras a los policías.
EFE / LR
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