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"El Cumi" una mina encantada




La otra cara de la crisis venezolana

Upata.-  A raíz de la crisis económica venezolana, son muchos los trabajadores de diferentes rincones del país que se han sumado a esta labor, pues los altos costos del mineral (Au), termino químico con que se le denomina al oro son el principal atractivo de estas personas que dejan a sus familias por ir en busca del tesoro escondido.
Las Minas de Venezuela se encuentran al sur del país, en el denominado Macizo Guayanes, que abarca los estados Bolívar, Amazonas, Delta Amacuro y la Zona en Reclamación. Se comenta que en estas tierras existan las mayores reservas de oro en el mundo, pues son ancestrales y que de toda una vida se dice que tienen mucho mineral aurifero escondido.
Upata es la puerta de entrada del sur del país, en su territorio se encuentra una de las principales minas artesanales del país denominada "El Cumi", el nombre se debe por el largo rió que atraviesa esta montaña donde existen grandes reservas del mineral preciado por todo el mundo.
Pala y pico no faltan a los mineros, la crisis económica en Venezuela mueve a estos hombres y mujeres de diferentes zonas del país a buscar una solución en la minería artesanal; Les resalta la piel tostada por el sol, la mayoría de las veces bañada en barro. Sus manos ásperas y cansancio constante  evidencian la dureza del trabajo.
Hace aproximadamente dos años una extensión de tierra les abrió sus bondades a quienes de forma esperanzada excavan sus profundidades buscando un sustento para vivir.
El Cumi o La Mina de Dios queda en la Troncal 10, aledaña a Villa Lola. La conocen quienes frecuentan la vía Upata – Guasipati.
Llegar a ella es una aventura y eso anuncia al minero que lo que está por venir, no es nada fácil.
Muchos optan por pedir un aventón a los camioneros, otros pagan un pasaje entre 15 y 20 mil bolívares.
Al llegar verás jovencitas, madres en muchos casos acompañadas de sus hijos, padres que dejaron sus casas para conseguir la comida de la familia, gente que sacrifica el tiempo junto a los suyos a cambio de una grama de oro que suavice el vacío de un bolsillo y ardor que deja el hambre en el estómago.
Una oportunidad de ingresos
La faena comienza muy temprano. Unos pocos instrumentos le acompañan, principalmente palas y barras metálicas para clavarlas en la tierra  una y otra vez.
El objetivo es uno: encontrar el tesoro prometido.
“Por lo menos sacar unos puntos de oro que justifique tanto trabajo y sudor”.
Así lo explica Miguel Espinoza quien viene de Guárico. Cortó sus raíces y viajó al yacimiento persiguiendo mejoras.
“No fue una decisión fácil. La misma situación del país me trajo a trabajar lejos del pueblo que me vio nacer. Tengo dos hijos menores de edad y la responsabilidad de mantenerlos; lamentablemente un sueldo mínimo no alcanza, además cada vez hay menos fuentes de empleo. Es la triste realidad que agobia a todos los venezolanos’’, relata mientras palea.
El trabajo diario
Tanto él como sus compañeros de trabajo practican solo la minería artesanal.
Juntos acordaron no utilizar implementos como motores y otros implementos que dañen el ecosistema.
Marisol Fuenmayor tiene una bodega en el yacimiento; va todos los días porque es su fuente de ingresos.
Para Marisol, así como para muchas madres, dejar a sus hijos en casa al cuidado de otras personas es doloroso.
“Se me parte el corazón cada vez que tengo que venirme a trabajar. No es fácil, pero si no lo hago, nos morimos de hambre”, asegura.
Orlando Villarroel se encarga de trasladar en moto, los sacos de materiales barrancos hasta el lago.
Joel Rincones agrega que por no haber fuentes de empleo recurre a ese tipo de trabajo.
“Es agotador, bajar a un barranco de cinco metros y excavar solo con una barra y pala, muchas veces se pone en riesgo la vida, pero por ahora es la única alternativa de conseguir dinero”, enfatiza.
Lilian Correa es del caserío Santa María, tiene cuatro hijos y cubre sus gastos mediante la minería artesanal.
Para Douglas Pérez, es la realidad que afronta el país, por eso se deja a un lado el miedo, olvidan los riesgo y ciertos temores para mantenerse a través de la minería.
Más del proceso
César Abreu trabaja en la mina hace un año y cuenta que las labores dependen de la cantidad de personas que asistan, pues se distribuyen las responsabilidades.
Según indica, siempre llegan cuadrillas de  cuatro o cincos individuos para entrar al barranco, huecos hasta con cuatro metros de profundidad, con sus respectivas galerías.
De forma artesanal entran con barras, pico y baldes sostenidos con una cuerda, para sacar el material con precaución, generalmente extraen hasta 10 sacos.
Eso es trasladado hasta una laguna para procesarlo.
Cada minero, con su batea, se sumerge en el agua e inicia el lavado del material; dicha jornada puede durar una hora quizás hasta dos.
Abreu acota que utilizan milésima de azogue químico que ayuda a separar el mineral aurífero del escombro del material, en ese caso no contamina el medio ambiente debido a que la  cantidad a utilizar no es mucha.
“Por lo general cada minero extrae de cinco a seis puntos de oro, puesto que no es muy abundante como en otras minas”, explica.
Después que se lava el material, lo que resta se coloca en un recipiente llamado la azagadora. A esa extracción se le coloca una cantidad pequeña de azogue, pasando  por el fuego, jornada que no lleva más de un minuto.
Así finaliza ese proceso y queda solamente el oro 100 % acondicionado listo para su comercialización, señala.
Por la paz
Por ser una zona minera se esfuerzan para que no vean a El Cumi como un sitio violento donde impera la ley de las armas.
De acuerdo con el testimonio de Sandy Félix, quien diariamente dirige la parte religiosa, las jornadas laborales con una oración y lectura de la biblia, compartir el mensaje de salvación es una prioridad en el lugar, todas las personas que van a trabajar tienen el compromiso de escuchar la palabra.
Es una comunidad organizada en donde imparten valores espirituales y morales, Félix afirma que la imagen que se proyecta mediante diversos medios no es la realidad, se trabaja en un ambiente sano y de mucha paz.
Aunque es difícil cambiar la imagen violenta que se corre de las minas, en El Cumi trabajan por ello. Su gente asegura que la labor es digna y no daña el ambiente, quieren ser ejemplo para otros mineros. (Con Información de Primicia)

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