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Sacrifican animales para alimentar a otros en el Zoológico del Zulia

Una danta mutilada en su propia jaula y su carne robada. Cerdos vietnamitas, monos, guacamayas y gallinetas son blanco de la delincuencia; se habla que es para comer y para el tráfico internacional de animales. Especies que se matan entre ellos para sobrevivir ante el hambre, como la lechuza o el ave carancho. A esto se le suma, las cabras, báquiros de collar y búfalos que han tenido que ser sacrificados para alimentar a felinos.

Sacrifican animales para alimentar a otros en el Zoológico del Zulia

El Parque Zoológico Metropolitano del Zulia (antiguo Parque Sur) padece su peor crisis desde su fundación hace 45 años. En medio de la inseguridad y la coyuntura económica del país, la indolencia parece ser el factor predominante ante el ocaso que vive el único reservorio de fauna del estado.

La mal nutrición abunda en toda la colección de animales que aún preserva el zoológico zuliano, el cual desde hace un año ya no cuenta con especies emblemáticas del lugar como la rinoceronte blanca Luisa o el elefante Tony.

Los animales comen una vez a la semana. Los más afectados son las especies carnívoras y carroñeras como los felinos (tigre, león, leopardo, puma, cunaguaro) y el cóndor andino.

Un cuidador del parque explica que estos felinos deben comer al día entre el 8% al 10% de su peso. Es decir, para un tigre que pese 500 kilos, su alimentación ideal sería 50 kilos de carne.

La administración del zoológico reconoce la falla y se la atribuyen a “la falta de presupuesto, la inflación y la escasez de alimentos”.

Arón Montiel, gerente general del parque, reconoció a PANORAMA, que el santuario animal está en “crisis” y que “hay una necesidad importante de alimentos para sostener la operatividad del lugar”.

Montiel explica que se necesita una tonelada de carne; cuatro mil kilos de verduras y 120 kilos de concentrado animal a la semana para alimentar correctamente a las 300 especies y casi mil unidades que hay en el zoológico.

“Los carnívoros tienen la mala costumbre de comer carne, y no le podemos dar otro alimento que no sea carne; por eso se nos hace difícil”, dice.

Los trabajadores del parque (solo quedan 50) aseguran que la alimentación para las especies herbívoras se cumple adecuadamente. “Las verduras las trae un proveedor de Mérida”, comentaron.

“El sábado se sacrificó una cabra para darle de comer a los felinos; se picó en cuatro y se repartió entre los peores nutridos. También hemos tenido que matar a chigüires, cinco báquiros y búfalos para alimentar a otros animales que sería muy triste que murieran de hambre, como la pareja de cóndor andino que está en peligro de extinción y resulta una joya dentro de la colección del parque”, alegó un cuidador.

El grave problema de la alimentación empeora cuando se suman otras carencias como la infraestructura y la seguridad del parque.

Dentro del zoológico hay varias bombas de agua dañadas, por lo que deben recurrir a camiones cisterna, los cuales tampoco llegan con regularidad, ni se contratan los suficientes.

“En el parque no hay agua. La pecera del manatí necesita 15 camiones cisterna para llenarse y el agua debería cambiarse todos los meses. Nada de esto se cumple por falta de agua”, asegura otro trabajador.

Uno de los escasos cincuenta visitantes que caminaban, ayer, en el parque, sacó su filtro de agua fría, acercó la boquilla a la cerca de ciclón y le dio agua al jaguar. “El pobre animal no tiene que tomar dentro de la jaula. Se tomó toda la agua que tenía en el filtro”, dijo la mujer, quien alegó no tener miedo a que el animal le hiciera algo, pese a que sobrepasó la cerca de seguridad.

La inseguridad sigue siendo un flagelo y nada ha cambiado desde agosto del año pasado cuando una decena de animales fueron robados del parque y las autoridades regionales anunciaron planes concretos en seguridad.

El viernes, el hampa se robó una danta. Al igual que el año pasado, la mataron dentro de su jaula. Los techos de acero de los exhibidores han sido desvalijados, por lo que los animales padecen de sombra.

“El Zoológico tiene 90 hectáreas y siete kilómetros de cerca perimetral. A pesar que la PNB, Polisur y el Cpbez hacen rondas en el parque, la inseguridad ataca de noche cuando solo hay milicianos sin armamento”, expone Elio Ríos, presidente del recinto, quien asumió las riendas del lugar desde septiembre pasado, cuando fue destituido el exdirector Leonardo Núñez.

“Solo se han robado diez animales en estos seis meses, en cambio en la gestión pasada fueron más de 100”, dijo el director general.

Mientras esta situación ocurre a puertas abiertas y cerradas. En el parque retumbaba, el martes, de carnaval, una changa a todo volumen en una miniteca improvisada, ruido prohibido por las normativas internacionales en los parques.

Fuente: Panorama

EA

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