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Un #5Mar nació Wolfgang Larrazábal Ugueto

Militar, formado en academia gomecista, dio la mejor prueba de civilidad democrática: renunció a la presidencia de la Junta de Gobierno para buscar la silla de Miraflores por elecciones libres. Quedó en segundo lugar y reconoció el triunfo de Rómulo Betancourt.

Un #5Mar nació Wolfgang Larrazábal Ugueto

Nació en Carúpano el 5 de marzo de 1911 en Carúpano, Estado Sucre. El mar lo marcó tanto que ingresó a la Armada, donde llegó a ocupar la comandancia de las Fuerzas Navales en 1947 y dos años después fue agregado naval en la embajada de Venezuela en Washington.

No estuvo implicado en los vaivenes políticos que vivió Venezuela desde la muerte de Juan Vicente Gómez en diciembre de 1935. Su simpatía era conocida entre los militares porque había sido director del Instituto Nacional de Deportes (1952 – 1955) y del Círculo de las Fuerzas Armadas (1957 – 1958) donde más de una vez había atendido, personalmente, a Marcos Pérez Jiménez.

Por eso sorprendió el nombramiento del carismático militar como presidente de la Junta de Gobierno que se constituyó luego del derrocamiento de Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958. En poco tiempo se convirtió en primera figura del nuevo gobierno, no por el cargo, sino, como lo afirmó Ramón J. Velásquez, por “sus palabras, gestos y obras que por espontáneos, definían una singular y novedosa personalidad que causaba atracción y simpatía en vastos sectores populares. Era el contraste entre un dictador muy parco en palabras, hosco y distante y este hombre que habla el lenguaje sencillo de la gente sencilla, que se santigua en público y reparte bendiciones y que es entendido por los analfabetos que lo rodean cuando baja de las oficinas del Palacio para dialogar con los agitadores que encabezaban una manifestación. Sin proponérselo muy pronto se crea simpatías y ciegas adhesiones que se transforman en respaldo popular y fortaleza política”.

Larrazábal era todo un oriental. Cantaba acompañándose del cuatro y hasta un disco grabó. Era bien parecido y no dudaba en tomar agua en una lata cuando recorría los barrios. El partido de Isaías Medina Angarita y Unión Republicana Democrática (URD) de Jóvito Villalba lo ven como el candidato para enfrentar a Rómulo Betancourt.

El Partido Comunista de Venezuela también lo apoya, Larrazábal acepta ese respaldo aunque aclara que “la presente aceptación no entraña compromiso alguno, presente, ni futuro con el mencionado partido”. Afirmó que era “católico de arraigada e inquebrantable fe y demócrata liberal de muy definidos principios”.

El 14 de noviembre de 1958, Larrazábal da una muestra de civismo al renunciar a la presidencia de la Junta de Gobierno para dedicarse a la campaña electoral.

Las elecciones fueron el 7 de diciembre de 1958 con una abstención mínima. Los primeros resultados daban el triunfo a Larrazábal. Betancourt, imperturbable, con su pipa en los labios, esperaba los votos del interior donde el líder adeco había hecho un trabajo de hormiguita que se reflejó en la masiva votación en Zulia, Falcón, Lara y Oriente. Betancourt obtuvo 1 millón 284 mil 92 votos. Larrazábal 903 mil 479 y Rafael Caldera 423 mil 262.

Larrazábal reconoció el triunfo, estuvo un año como embajador de Venezuela en Chile, se postuló nuevamente para las elecciones de 1963, en las que solo obtuvo 9,43% de los sufragios. Posteriormente fue elegido varias veces parlamentario.

Poco a poco la imagen de Larrazábal se fue difuminando. En enero de 2016, el escritor margariteño Francisco Suniaga, se refirió Larrazábal en los siguientes términos: “Ha sido uno de los pocos personajes políticos y públicos venezolanos que, habiendo ocupado las más altas instancias del poder, resiste la prueba evangélica de: ‘por sus hechos los conoceréis’. En un tiempo cuando las dictaduras militares eran, con la anuencia de Washington, la pauta en nuestro continente, optó por la democracia. En la encrucijada de cambiar la historia de Venezuela (para mal, como tanto ha ocurrido con otros colegas suyos), escogió la ruta de la paz y la civilidad, pareciera que el poder nunca lo encandiló”.

Larrazábal se nos fue a los 92 años el 27 de febrero de 2003. Nos dejó una lección de lo que debe ser un demócrata a carta cabal. Por eso lo recordamos hoy.

Enrique Rondón Nieto

Referencias:

Larrazábal, líder sin proponérselo. Ramón J. Velásquez, Venezuela Moderna. Medio siglo de historia, 1926/1976, editorial Grijalbo, 2ª edición, pág. 164

http://bibliofep.fundacionempresaspolar.org/dhv/entradas/l/larrazabal-ug...

http://historico.prodavinci.com/blogs/un-militar-de-otra-marca-por-franc...

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