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Economía Colombiana entra en recesión



Lo que es un estornudo económico en Venezuela podría representar una fuerte gripe para los hermanos Colombianos de la frontera,  pues las medidas tomadas recientemente por el presidente Nicolás Maduro le hizo un favor a Cúcuta. A continuación leeremos un reportaje tomado por la revista Dinero donde explican detalladamente la vivencia de la actual economía del vecino país.

La primera vista cuesta creer dicha teoría, sobre todo cuando la ciudad reporta la tasa de desempleo más alta del país, con 16,5%, correspondiente al trimestre que va de noviembre de 2016 a enero de 2017. También suena contradictoria frente al hecho cierto de que una de las industrias más prósperas y activas de la región, la carbonera, resultó muy impactada con la restricción fronteriza que le impide exportar el mineral por el lago de Maracaibo; ahora el carbón debe salir por Barranquilla, incurriendo en mayores costos asociados a logística y transporte.

Antes del cierre, venderle a Venezuela desde Cúcuta era incluso más fácil que venderle al resto de Colombia. Hasta hace unos 30 o 40 años nadie hablaba de pasos fronterizos y transitar de un lado a otro era como cambiar de barrio.
La situación cambió con la llegada del chavismo al poder. El analista económico y experto en asuntos de frontera, Pedro Sayago Rojas, publicó hace poco un análisis en el que aterriza con cifras el impacto económico que tendrá la región entre los años 2017 a 2021, producto de las restricciones en el cruce fronterizo. Según el documento de Sayago, la región dejará de recibir ingresos por $6,1 billones en ese periodo, lo que representa un retroceso del PIB regional de 4,06.
¿Está condenada Cúcuta a depender de la salud económica de Venezuela? Parece que no.
 Lo primero que hay que decir es que un grupo de empresarios y un sector del comercio de la capital nortesantandereana se han beneficiado directamente por la ola de venezolanos que cada día pasan la frontera en busca de alimentos y bienes de primera necesidad. Lo otro es que, con la restricción impuesta por el presidente Nicolás Maduro en los pasos fronterizos, están prosperando nuevos negocios que nunca o casi nunca se veían en la ciudad, como las ventas de carros, el comercio legal de gasolina y la construcción, que está creciendo a muy buen ritmo. Otros industriales comenzaron a ver a Centroamérica como destino de sus productos, algo que no habría ocurrido con la Venezuela anterior al chavismo. En medio de esta situación está el drama de miles de venezolanos que llegan al país en busca de alimentos. Allí hay historias de todo tipo. Desde ayuda y solidaridad de colombianos con los hermanos de Venezuela, hasta señales preocupantes de xenofobia y explotación laboral.
En este punto de la historia es necesario precisar que la frontera con Venezuela no está cerrada, está restringida. Durante el día –de 8 a.m. a 5 p.m.– pasan miles y miles de venezolanos y colombianos por los puentes Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander. El primer sábado de marzo de 2017 la Dian reportó el tránsito de unas 60.000 personas, la mayoría venezolanos que venían a Cúcuta en busca de alimentos y productos básicos. De 8 p.m. a la medianoche se permite el paso de camiones y tractomulas, pero las condiciones de la actual tasa de cambio y falta de dólares en el vecino país minimiza el interés de los colombianos por exportar.
Según un reporte de la Aduana colombiana, en los primeros 70 días del año la balanza comercial fue deficitaria para Colombia. Se trata de algo inaudito, teniendo en cuenta la vocación exportadora de Colombia hacia ese país. En este periodo Venezuela exportó (a través de los puentes Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander) un total de US$6,8 millones, representados en desechos de plástico, coco, derivados del plástico y del petróleo y peróxido de hidrógeno, entre otros.
De Colombia a Venezuela pasaron mercancías por US$5,7 millones en bienes, como cuadernos, baldosas, resmas de papel, desperdicios de tabaco, cajas de seguridad, entre otros bienes. Aquí aparece otro dato interesante. Si la Aduana contabilizara las miles de toneladas de arroz, papel higiénico, azúcar, harina para arepas y otros productos de primera necesidad que miles de personas pasan a diario en maletas viajeras por esos dos puentes, la balanza sería otra. Eso sin contar el enorme y clandestino flujo de bienes y personas que persiste por cientos de trochas y caminos en los más de 350 kilómetros de frontera por esta zona.
“Estamos viendo un fenómeno nuevo, que es el paso ilegal de vehículos nuevos de alta gama desde Venezuela. Lo de trochas es solo un término, algunos de estos pasos son verdaderas autopistas por donde intentan pasar de todo”, afirma la directora de Aduanas de la Dian de Cúcuta, María Eugenia Restrepo. También está registrado el caso de un vehículo Renault Logan, modelo 2014, que logró pasar y que fue vendido en Cúcuta por solo $2 millones.
Ni hablar del tráfico de carne. Una libra de este producto cuesta en Venezuela unos $800 y se vende en Cúcuta en $6.000 u $8.000. “Primero movían el ganado vivo de lado a lado, cuando hicimos los controles fuertes empezaron a sacrificar los animales a pocos metros de la frontera para pasarla en maletas con condiciones muy malas de salubridad. Hacemos controles pero es difícil cubrir toda la frontera”, explica la funcionaria.
Dinero recorrió a pie el puente Simón Bolívar y quedó en evidencia de todo: hay gente comprando el cabello de las mujeres venezolanas que buscan más pesos en efectivo para comprar en Colombia. También se ven personas del vecino país vendiendo o haciendo trueque con los tendidos de cama, joyas y otros enseres. El efectivo en bolívares empieza a escasear y el venezolano en problemas recurre a cualquier bien material para conseguir alimentos de primera necesidad.
Lo peor ya pasó
Pero, pese a todo esto, Cúcuta no está postrada ni se ha rendido. Hay oportunidades en las crisis.
“Lo peor ya pasó. Podríamos quedarnos hablando del impacto económico negativo derivado de esta crisis, pero es necesario hablar hoy de las oportunidades que se están creando. Por ejemplo, nos estamos acostumbrando a consumir nuestros propios productos, lo que ha reactivado la actividad para supermercados, droguerías, estaciones de servicio, calzado y confecciones.
La exención del IVA para la compra de 5 tipos de productos ha generado que en promedio los centros comerciales hayan aumentado sus ventas en 32%. Esto a su vez lo corrobora la llegada de dos nuevos centros comerciales a la ciudad (Tennis Park y Jardín Plaza), que demuestran que grandes inversionistas y marcas internacionales están interesados en llegar a la ciudad”, dijo Carlos Eduardo Luna, presidente de la Cámara de Comercio de Cúcuta (CCC).
Según la CCC, el cierre fronterizo también permitió diversificar los países a donde van las exportaciones de Cúcuta y la región. Venezuela, que era normalmente el principal destino, pasó al cuarto lugar, con 9% del total; mientras que Turquía, un destino nuevo, se posicionó en el primer lugar, seguido por Guadalupe y Gabón. Eso se debe básicamente a las exportaciones de carbón, uno de cuyos principales operadores en la región es de origen turco.
Otro dato interesante sale de la encuesta realizada por Fenalco Cúcuta en octubre de 2016, en donde se observa que 44% de las empresas de comercio se han visto beneficiadas por el inicio del ingreso peatonal de venezolanos (después de la apertura de frontera), de los cuales el 56,3% asegura que sus ventas han aumentado. Así mismo, de este grupo de empresarios 73,1% menciona que el ingreso de venezolanos ha contribuido a que sus ventas aumenten entre 10% y 20%.
Un análisis de Lina María Iscala Archila, directora de DataCúcuta (portal de la CCC), demuestra que “muchas cosas buenas han pasado en la región”: la dinámica empresarial se ha reactivado aumentando el número de empresas creadas, gracias al decreto 1820 generado con la crisis, en donde muchas de estas corresponden a empresas venezolanas que han reactivado su actividad económica en Cúcuta. Durante la crisis, un total de 1.976 empresas se han creado en la Cámara de Comercio (ver gráfica).
Jorge Jaller, gerente de la marca Éxito, la venta de productos de primera necesidad aumentó significativamente el año pasado en Cúcuta. “Se está vendiendo mucho arroz, harina, pastas, aceite, azúcar y papel higiénico, a diferencia de lo que pasa en otras ciudades fronterizas como Ipiales, en donde el fuerte es la venta de tecnología y electrodomésticos”, dijo.
Las ventas de las dos tiendas del Éxito y otras cadenas como Olímpica benefician también a proveedores locales. Guillermo Infante Santos es el gerente de la Cooperativa de Agricultores de Norte de Santander, Coagronorte. Según él, antes del cierre de frontera (agosto de 2015) despachaba cada mes a la zona unas 150 toneladas de arroz, ahora son cerca de 800. Coagronorte respira un nuevo aire gracias al cerco que se le ha dado al contrabando de arroz y a la inversión en tecnología que se está haciendo. “Con una inversión de $7.000 millones estamos construyendo un nuevo silo y más infraestructura. Hoy somos el único molino de arroz automatizado del país”, explica con orgullo Infante, mientras recorremos parte de las obras y vemos los transformadores eléctricos que le acaban de llegar.
Y a propósito de equipo eléctrico, también preguntamos por el consumo de energía en la ciudad y la región, uno de los indicadores clave para saber cómo le está yendo a cualquier economía. Al respecto, el presidente de las Centrales Eléctricas del Norte de Santander (Cens), José Miguel González Campo, dijo que en la actualidad se ejecuta “la mayor apuesta de inversión en la historia de la empresa”. El plan de expansión de líneas de transmisión y subestaciones representa inversiones por $278.000 millones hasta el año 2019. Aunque el consumo de energía solo creció 1% en 2016, en buena parte por las campañas de ahorro atadas al Fenómeno del Niño, las ventas a la industria aumentaron 6%. Las carboneras, procesadoras de arcilla, clínicas y plantas procesadoras de palma son algunos de los clientes más importantes de Cens.
La disminución en los flujos de contrabando de gasolina es otra noticia alentadora. Aunque persiste la oferta de pimpineros por avenidas como las Américas, el volumen es muy inferior al visto hace uno o dos años. Uno de los taxistas que nos acompañó en este reportaje nos contaba que veía difícil pagar los $6.000 del galón de gasolina que ofrecen las estaciones de servicio, cuando cerca a la cárcel Modelo un pimpinero se la vendía en $4.000. El taxista se justificaba explicando que ese diferencial de $2.000 por galón le representaba ahorros importantes al final de cada mes. A pesar de lo que pasa con los taxistas, un importante número de transportadores y usuarios está empezando a comprar en las estaciones de servicio. Eso se nota en la recuperación de la industria de los combustibles y en el número de estaciones: durante uno o dos años la ciudad pasó de ninguna a cerca de 15 de estos negocios. “Eso se ve reflejado en las tasas de tributación. La gobernación de Norte de Santander reportó un crecimiento en la sobretasa de gasolina de 300% en el último año”, aseguró la directora de Aduanas de Cúcuta, María Eugenia Restrepo. (Revista Dinero)

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