Restos óseos con deformaciones craneales y limadura dental de indígenas mesoamericanos que poblaron Costa Rica hace cientos de años, son exhibidos por primera vez al público luego de ser hallados cerca de la costa del Pacífico norte del país.
La exposición temporal "Vida y Muerte en el Valle de Jícaro, Bahía Culebra" del Museo del Jade, destaca el arribo de estos pobladores alrededor de los años 800 y 900 d.C quienes por sus costumbres y características físicas denotan una ascendencia mesoamericana.
Los patrones culturales propios de los mesoamericanos se reflejan en la iconografía de la cerámica, los objetos elaborados a partir de huesos humanos y las costumbres de algunos de modificarse el cráneo y los dientes.
"Es importante conocer que hay evidencia de la llegada de gente foránea en esta zona de Bahía Culebra (provincia de Guanacaste). Se demuestra que vecinos de Mesoamérica, del sur de México, llegaron a vivir aquí por presiones políticas", expresó a Efe la curadora y arqueóloga, Virginia Novoa.
La modificación craneal es una práctica que se le realizaba a los niños. Les ataban a la cabeza unas tablillas para alargarles el cráneo como una forma de estética, mientras que la limadura dental era común entre los adultos de ascendencia mesoamericana también por estética, estatus y por verse diferente, según la arqueóloga.
Los investigadores además descubrieron unas piezas llamadas "cabezas trofeo".
Bahía Culebra, en la península de Papagayo, es el primer sitio en Costa Rica donde se registra arqueológicamente evidencia directa de esta tradición, un culto que se realizaba en toda América, pero en especial en Mesoamérica.
"Las cabezas trofeo no tienen la mandíbula y solamente cuentan con la parte superior de la cabeza. Puede que las obtuvieran por luchas o guerras que se practicaban, así como por rituales o ceremoniales. Es un elemento más de los cambios de patrones culturales", afirmó Novoa.
La exposición está compuesta por más de 100 objetos excavados científicamente en la zona en el año 2007, que son mostrados por primera vez al público, y en los que destacan piezas elaboradas en cerámica, huesos de animales, conchas, así como restos óseos humanos.
"Cuando llegan ellos se desarrolla la policromía con iconografía más mesoamericana, se puede observar una serpiente emplumada, y otros símbolos de dioses mesoamericanos. En las piezas que tenemos se pueden observar impresiones de tejidos, textiles, redes, cestería, vasijas y cocinas", dijo la arqueóloga.
La experta indicó que Bahía Culebra contaba con una ubicación estratégica con acceso a moluscos, peces, sal y más adentro en el valle huertos y agua dulce, condiciones propicias para el comercio con el norte y el sur, así como para vivir.
"Tras su llegada hay un cambio en patrones culturales, en actividades de obtención de moluscos, conchas y enterramientos. Hay mayor actividad a partir del 800 d.C en el Valle de Jícaro. Ellos llegan a enterrar a los muertos extendidos y con ofrendas", explicó la arqueóloga.
En la localidad ya existían pobladores que hablaban chibcha, de origen suramericano, con quienes los del sur de México comercializaban antes de llegar a asentarse en la bahía, según las investigaciones.
En las excavaciones se encontraron 237 enterramientos, en los cuales las autoridades localizaron 442 individuos, de los que 308 han sido estudiados.
Un 35,5 % de estos eran mujeres, 32,5 % hombres y 31,9 % no han podido ser identificados por el estado de los restos óseos.
El promedio de vida se estima entre 35 y 40 años.
Entre algunos personajes encontrados destaca un guerrero, una mujer líder enterrada con un brazalete de perlas, jade, oro, y conchas, así como un artesano con herramientas.
La muestra estará hasta septiembre en el Museo del Jade, ubicado en San José.
EFE / LR
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