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Cuál es la altura máxima a la que un ser humano puede sobrevivir a una caída

¿Has soñado más de una vez que caías sin remedio desde un edificio? Si la respuesta es sí, entonces esta entrada te va a encantar. Vamos a hablar de algo que todo mundo quiere saber, pero nadie se atreve a preguntar. ¿Hasta qué altura máxima nos podemos lanzar al vacío y sobrevivir al impacto?

Cuál es la altura máxima a la que un ser humano puede sobrevivir a una caída

¿Has soñado más de una vez que caías sin remedio desde un edificio? Si la respuesta es sí, entonces esta entrada te va a encantar. Vamos a hablar de algo que todo mundo quiere saber, pero nadie se atreve a preguntar. ¿Hasta qué altura máxima nos podemos lanzar al vacío y sobrevivir al impacto?

Es curioso, el ser humano puede morir de maneras ciertamente “tontas”, en cambio, puede sobrevivir a caídas espantosas. La primera y posiblemente más famosa de todas fue la de Vesna Vulovic en 1972. De hecho, la azafata ostenta el récord de supervivencia -el cual dudamos que alguien lo pueda superar alguna vez- al caer sin paracaídas desde más de 10 mil metros.

El caso de Vesna para diferenciarlo de una caída “normal”

¿Cómo pudo sobrevivir Vulovic? Aunque existen diferentes teorías sobre el suceso, lo cierto es que la corriente más aceptada habla de un cúmulo de situaciones y la gran flor con la que contó la auxiliar. Entre otras, se cuenta un carrito que la empotró y no permitió su descenso a solas, la forma en la que impactó el avión, la fricción del aire contra el fuselaje o el hecho de que la superficie final fuera nieve.

En caídas muy altas, los cuerpos pueden alcanzar lo que llamamos velocidad terminal, es decir, la velocidad a la que la resistencia del aire llega a ser tan alta que anula la aceleración debido a la gravedad. Una vez en la velocidad terminal, un cuerpo puede caer de la forma que sea, que no alcanzará más velocidad.

Vulovic probablemente alcanzó la velocidad terminal antes de golpear el suelo, aunque es difícil de lograr si de donde caemos es desde un edificio. Según explica el profesor de matemáticas en la Universidad de Penn, Howie Weiss:

Una mujer de 54 kilos en caída libre tendría una velocidad terminal de unos 38 metros por segundo. Y lograría el 95% de esta velocidad en unos siete segundos. Eso equivale a una caída de alrededor de 167 metros, más o menos 55 pisos de altura.
El problema con Vesna es que tuvo “ayuda”, o incluso el problema con el legendario Felix Baumgartner y su caída supersónica, es que tenía un equipo para ello. Así que vamos a sacar de la ecuación todo aquello que no implique a una sola persona sin equipo, premeditación o ayuda “divina” en forma de carritos empotrados. Siendo así, ¿cuál sería esa altura máxima?

Sobrevivir a una caída si no eres Vesna, según la ciencia

Decíamos al comienzo lo curioso que es el cuerpo humano. El caso de Vesna es probablemente la gran excepción, pero sirve como ejemplo de lo que somos capaces de llegar a lograr.

De hecho y aunque parezca mentira, sabemos que nuestro organismo puede caer desde una altura máxima de 6 mil metros de altura y sobrevivir al impacto. El ejemplo, único en la historia, se llama Alan Magee.

Ocurrió el 3 de febrero de 1943. Magee era sargento del Ejército de Estados Unidos en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Ese día su avión fue alcanzado por los alemanes y su paracaídas quedó inservible. Sin más opciones, el sargento decidió saltar desde 6 mil metros de altura antes de que el aparato se estrellara.

Durante el salto, perdió el conocimiento en varias ocasiones y finalmente atravesó los cristales de una estación e impactó contra el suelo del vestíbulo. Obviamente, Magee acabó en urgencias con múltiples huesos rotos e importantes daños en los riñones y los pulmones, pero había sobrevivido a la terrible caída.

Es muy posible que en el caso del sargento, los cristales ayudaran a esparcir el impacto. De hecho y como explica James K., profesor de física en la Universidad de Minnesota, cómo y dónde aterrizamos es uno de los factores principales a la hora de salvar la vida:

Si puedes hacer que el tiempo de aterrizaje sea más largo, la fuerza necesaria para detenerte es menor. Piensa en perforar una pared o un colchón. La pared es rígida y el tiempo de interacción es corto para que la fuerza sea grande. Las personas que han sobrevivido a una caída han logrado aumentar ese tiempo, aunque sea en milisegundos.

De un milisegundo a tres, ya es tres veces más largo, es decir, tres veces menos de fuerza necesaria para el mismo cambio en el momento. El aterrizaje en los cristales de Magee redujo probablemente el impacto; Otros supervivientes han caído en la nieve, los árboles o algo que puede absorber mejor su aterrizaje.

Además, como explica el profesor, hay otro factor importante: la reducción de la velocidad en el descenso. El aumento de una superficie significa que se necesita más energía para empujar el aire fuera de nuestro camino, ralentizándolo. Los paracaidistas saben muy bien esto. De hecho, esta es la razón para emplear la típica posición de la ardilla voladora (Pteomys volans) en un descenso, es decir, con el cuerpo extendido hacia fuera. Según explica el profesor:

Incrementar esa resistencia es el factor más importante para mantenerte vivo. Piensen que si sueltas una pluma desde el Empire State hacia abajo, es posible matar a alguien. Pero si cae de lado, girando de un extremo a otro, probablemente no.

Y la altura límite es...

Magee fue capaz a 6 mil metros de altura de resistir los continuos desmayos por la falta de oxígeno a gran altitud pero, ¿qué ocurre si nos lanzamos desde una altura aún mayor?

La física dice que en una caída entran muchísimas variables, incluso la ropa que llevamos puesta, pero a determinadas alturas, hay poco que hacer. Tal y como explica el doctor y físico P. Doherty:

A medida que subes, el aire se hace más y más fino. De hecho, puedes girar tan rápido que la sangre puede precipitarte en tu cabeza y matarte. O la fricción con la elevación te quemará. Es por eso que los transbordadores espaciales tienen aislantes del calor.

Lo cierto es que una vez que alcanzamos la velocidad terminal, no vamos a caer más rápido. Pero comenzar la caída a demasiada altitud y con una presión atmosférica más baja significa que nuestra sangre podría comenzar a “hervir”. Se cree que esto sucede a alrededor de 19 mil metros, aunque obviamente, los datos son “algo” limitados teniendo en cuenta que no existen casos.

Sea como fuere, la propia NASA exige que los trajes de presión comiencen a unos 15 mil metros “por seguridad”. Así que, si por alguna maldita casualidad nos encontramos en algún tipo de nave a 19 mil metros de altura y debemos saltar para salvar nuestra vida, que sepas que estas en el límite de “lo posible” para que puedas sobrevivir.

Siendo así, te recomendamos que no hagas caso y te mantengas en el avión. A Vesna no le fue tan mal.

Fuente: gizmodo / MF

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