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El arte brutal de la China post-1989 en el Guggenheim de Nueva York

Tiananmen, la apertura en el marco de la globalización, la liberalización de la economía: estos hechos han transformado a la China post-1989 e influido profundamente en una generación de artistas en la que se centra la nueva exposición del Guggenheim de Nueva York, no exenta de polémicas.

Para la comisaria Alexandra Munroe, la exposición "Arte y China post 1989: teatro del mundo", que se inauguró el viernes, "ayudará a comprender el impacto humano que han tenido esos cambios", pero no pretende proponer un completo "inventario del arte contemporáneo chino".

La letal represión del movimiento prodemocracia de la plaza Tiananmen en junio de 1989, pero también la aceleración de las reformas económicas emprendidas por Deng Xiaoping provocaron "las mayores transformaciones" experimentadas "en un tiempo tan breve" por una población de más de 1.000 millones de habitantes "en toda la historia conocida de la humanidad", destaca Munroe.

Un cambio tan marcado en un período tan corto no podía ser más que brutal.

Por tanto, lo que los 71 artistas o colectivos expuestos en el Guggenheim hasta el 7 de enero "muestran de esa sociedad y de la nuestra no siempre es hermoso", explicó el director del museo, Richard Armstrong, en la presentación de una exposición con "realidades a menudo duras y a veces desgarradoras".

Realizadas entre 1989 y 2008, año de los Juegos Olímpicos en Pekín, muchas obras expuestas tienen una dimensión eminentemente política, aunque la misma sea siempre por vías indirectas, frente a un régimen autoritario.

Hay fotografías sobrecogedoras de Liu Zheng, dedicadas a los chinos que se encuentran en los márgenes de la carrera por el desarrollo económico, o el montaje "Today No Water" de Wu Shanzhuan, quien juega con el lenguaje burocrático de las comunicaciones oficiales.

Imponente es la enorme instalación "Precipitous Parturition" (parto precipitado) de Chen Zhen: un dragón gigante colgando en el atrio del museo hecho con neumáticos y tubos de bicicletas, y carros de juguete, simbolizando el pasaje de una "nación de bicicletas a un país de automóviles", explica Alexandra Munroe.

Pero "sería un error ver esta exposición únicamente bajo un prisma político", advierte la comisaria. "Es el prisma de la vida, del caos, de la globalización, del neoliberalismo...".

- Obras retiradas bajo presión -

Algunas obras abstractas, sobre todo las cruces de Ding Yi o "Lo abstracto" de Yu Youhan, no pueden ser vinculadas a ningún episodio en particular. Y entre los temas abordados, está también la visión occidental del arte chino y de China, la influencia del hombre en su ambiente y el espectro de la amenaza atómica.

Muchas de las obras presentadas fueron realizadas por artistas que vivían y trabajaban fuera de China, con una perspectiva diferente: es la explosión del arte contemporáneo chino, revelado por la exposición sobre la vanguardia de febrero de 1989 en Pekín, encarnada por Ai Weiwei, posiblemente el artista chino más conocido en Occidente, pero también Huang Yong Ping, considerado a veces el padrino de esta generación palpitante.

Pero mucho antes de la apertura, tres de las piezas habían generado una fuerte polémica, a lo que el museo respondió alterándolas o retirándolas.

La principal instalación de Huang Yong Ping prevista por el Guggenheim, "Theater of the World", que dio título a la exposición, no pudo ser colocada en el lugar como estaba previsto. Tras una campaña en las redes sociales, defensores de los animales lograron que no fuera llenada de reptiles e insectos, cuyas interacciones debían simbolizar las relaciones entre dominantes y dominados en nuestra sociedad.

La obra se expone de todos modos, pero privada de su fuerza esencial. El director Richard Armstrong hizo referencia a amenazas, que condujeron al retiro de otras dos obras de la exposición: un video con una escena de dos perros y otro de dos cerdos acoplándose.

"La decisión de la institución sobre esas tres obras fue tal vez la más dolorosa de la historia del Guggenheim", estima, sin ambages, Alexandra Munroe.

"Esperamos que esta polémica, que es fascinante y muy actual, ayudará al mundo del arte y al gran público, incluida la comunidad de feroces internautas a acercarse", afirma

AFP / LR

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