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Reportaje/ Caracas-Cúcuta, el camino de la reventa / Marco Teruggi

Se revenden pasajes de autobús afuera de las taquillas, se revenden asientos directamente en el bus, se revende efectivo con porcentaje para comprar el pasaje que no se puede pagar con punto, se revenden lugares en las filas, se revende gasolina, se revenden chip para recargar gasolina y revenderla en Colombia, a un carro particular, a un intermediario. Ir desde Caracas hasta la frontera con Colombia es una radiografía de la expansión de la situación económica en el país. Un cuadro que al finalizar este 2017 habla de una dinámica de guerra que se ha profundizado, y parece reconfigurar dimensiones económicas, sociales, éticas.

Se puede sintetizar lo que sucede en una frase: donde surgió una necesidad se conformó un negocio. Necesidades hay muchas en Venezuela, producidas por los ataques internacionales que buscan acorralar al país, los grandes empresarios, la corrupción, los desvíos de los canales de distribución. Estamos en una sociedad expuesta a la insuficiencia de oferta ante la cantidad de demanda. Quienes detentan los bienes aprovechan la situación material y subjetiva para realizar ganancias extraordinarias, especular a costa de la mayoría. En muchos casos no es falta el producto, sino que las vías para conseguirlo no son las que deberían ser.

Cada sector da su argumento. En el caso transportista, el precio de los repuestos y la dificultad para conseguir gasolina elevarían los costos de los pasajes y llevarían a menos cantidad de unidades disponibles. El cuadro es más complejo y está marcado por lógicas de maximización de ganancias. Algunos ejemplos. En las taquillas afirman que no existen más pasajes, y a pocos metros son revendidos con un sobreprecio. Las empresas ya no cobran con punto para, todo lleva a esa conclusión, revender el mismo efectivo por diferentes vías, incluyendo la frontera. Bajo el argumento de ser el último bus cobran a precio extraordinario, y durante horas siempre llega el último bus. Los transportistas no pierden. Victimizarse es una forma clásica para argumentar un robo.

Los pasajeros están dispuestos a pagar los 150/200 mil bolívares en efectivo. La mayoría van a la frontera a revender productos, comprar otros para traerlos a Venezuela, o se van del país a buscar trabajo. Las imágenes en los buses muestran a una porción de la sociedad, de todas las edades, que encontró en la reventa la manera de rebuscárselas ante la imposibilidad de vivir con sueldos mínimos. Que forma parte de las vías de contrabando de extracción organizadas por las mafias en connivencia con el gobierno colombiano y la corrupción. Pero que no es el problema central sino la consecuencia de una economía que retrocede -en parte por el accionar de esas estructuras de contrabando- y en ese retroceso obliga a conseguir nuevas formas de generar ingresos.

¿Cuántos hacen diariamente el camino de la frontera? Difícil saberlo con números. Se puede hablar de mucha gente -una categoría que expresa una impresión- al observar el movimiento hacia la frontera y en el mismo cruce. Impacta. En cuanto a la cantidad de venezolanos que emigraron este año por las diversas vías, diferentes fuentes hablan de unas 2 millones 500 mil personas.

Se notan otros síntomas al acercarse a Colombia. El efectivo del nuevo cono monetario escasea, es revendido del otro lado hasta con un 100% de ganancia para los billetes de 100 mil bs -se paga en efectivo, se recibe por transferencia-. El cambio de bolívar a peso colombiano es mínimo: por 1 millón de bs se reciben 60 mil pesos en efectivo. En territorio venezolano quedan los billetes del viejo cono -ya casi no los compran las casas de cambio- que aumentan de volumen a medida que disminuye su capacidad de compra. En un mercado comunal realizado en La Pedrera, estado Táchira, el medio de pago fue en su gran mayoría en billetes de 50 y 100 bs, es decir bolsas de billetes. Los abastos de barrio ya no los cuentan, los pesan: 50 mil bolívares en billetes de 50 bs pesa x cantidad de gramos, la mitad en billetes de 100. El comerciante tiene su balanza, los precios aumentan a diario o casi.

Muchos de esos asuntos no son nuevos. Lo novedoso es la escala, la cantidad de personas, cómo de a poco la lógica de la reventa se apodera de las áreas de la vida económica. Aumenta a medida que la situación económica se pone más difícil. ¿Qué alternativas tiene una familia en la Venezuela del 2017? Conseguir varios sueldos mínimos no lo es. No se trata de justificar sino de pensar que ante un problema surgen respuestas, esta es una, la que más fuerza toma, muchas veces efectiva, ilegal, masiva. Ya se sabe cuáles son las condiciones para viajar hacia la frontera: una estructura de costos bachaqueros implica el precio del viaje en efectivo, el alojamiento, las cantidades a pagar para poder llevar las mercancías y cruzarlas, los riesgos que existen. El que viaje sin objetivo económico también sabe a qué debe enfrentarse. Es la única opción, conseguir pasajes de avión es casi imposible.

Decir reventa significa hablar de corrupción. De la micro-corrupción que toma espacios en el tejido social, que se normaliza, con la cual se convive con impotencia, se hace práctica habitual. Esa micro-corrupción se conecta con la de las altas esferas, que desde el mes de agosto investiga, revela y castiga el Ministerio Público. El cuadro general de la economía no es por causa del camino de frontera como una alternativa para gente de a pie, sino por la política de guerra contra el país, y la complicidad de las mafias que fueron capaces de desfalcar a la Nación y de frenar su recuperación. Ya se sabe que están en la industria petrolera, en las diferentes ramas del negocio de las importaciones. ¿Dónde más?

Al decir se conectan me refiero a que la impunidad que reinó en los altos niveles influyó hacia los demás niveles de la vida social. Esa es la hipótesis. ¿Qué mensaje se transmitió a la sociedad durante estos años al haber ostentación de impunidad en el robo? La cultura de la corrupción en Venezuela no se caracteriza por disimular, al contrario. Qué ejemplo se construyó, que pérdida de credibilidad se multiplicó. La política del castigo al pequeño bachaquero no soluciona el problema, crea una respuesta mediática inmediata en el cuadro de una sociedad que demanda autoridad. Pero la situación no se resuelve ni revierte con arrestos a personas que se envuelven el cuerpo en carne para cruzarla a Colombia, y no a quienes pasan rebaños y a quienes abren vías que pasen. Al contrario: sitúa la causa principal del problema aguas abajo cuando está arriba.

Esto es lo que se ve con las investigaciones sobre la corrupción. Para que exista un delito como un desfalco debe existir complicidad directa o indirecta de altas esferas. Castigar allí representa un mensaje claro, necesario, que puede operar como disciplinador. No de manera lineal, pero muestra que la misma revolución tiene la voluntad política de combatir un problema nacional, de soberanía, de integridad, de ética. Y puede, desde el ejemplo, hablar desde un lugar de autoridad, esa que tanto pide la gente al recorrer el país, las terminales, gasolineras, fronteras. Enjuiciar a dirigentes chavistas como Eulogio del Pino permite/demanda ir hacia más, puertas adentro y afuera. Algunos empresarios han sido arrestados. ¿Cuántos más faltan? Acá también el asunto es arriba, en la gran burguesía.

El mundo en expansión de la reventa, bachaqueo, camino de frontera, no es solamente un problema económico. Trae consecuencias a niveles sociales, en los lazos que se desarman, en la perdida de fuerza política, interés por la política, en la multiplicación de la idea de resolver como único objetivo. Son posibles reconfiguraciones que se gestan en los subterráneos, difíciles de medir en los inmediato, peligrosas, antítesis de la cultura chavista de respuesta colectiva a los problemas, de solidaridad, de comunalización de la vida. Resulta difícil pensar que una sociedad expuesta a esta situación durante varios años seguidos no sufra modificaciones en su dinámica, valores, maneras de concebir al otro, la otra.

Este año finaliza con una tensión entre el tiempo político-electoral y el económico. El chavismo logró recuperar la iniciativa en el primero, estabilizarlo, conducirlo. En lo económico sucede casi lo contrario. ¿Cuánto más puede aguantar esa distancia que se ensancha? No tengo la respuesta, solo la pregunta ante un escenario que se evidencia al andar el país por lo bajo, que pide respuestas inmediatas, pide autoridad, justicia. No es solamente un asunto de gobierno, el pueblo en sus formas de organización debe ser parte integral de la respuesta, pero ante la dimensión del fenómeno también resulta claro que no se podrá avanzar sin una contundencia desde la dirección.

Marco Teruggi / La Tabla



De Los Tablazos – La Tabla Aserradero de Datos

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