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Pedro J. Torres: Niños que se alimentan saludablemente disfrutan un mayor bienestar psicológico

Es un hecho reconocido que la obesidad y el sobrepeso tienen consecuencias perjudiciales para la salud, tanto físicas como psicológicas, y tal como lo demuestra una investigación realizada recientemente en Suecia, éstas últimas son especialmente severas en el caso de los niños que presentan un exceso de peso, quienes tienden a sufrir mayores problemas de autoimagen corporal negativa, baja autoestima y depresión. Esta información se comparte con fines de divulgación preventiva desde la Fundación Torres-Picón.

Artes escénicas también son herramienta clave en promover la conservación de la salud. Pedro J. Torres junto a Isabella Rossellini

La investigación fue llevada a cabo por un grupo de científicos de la Academia Sahlgrenska de la Universidad de Gotemburgo, con el fin de analizar la relación existente entre el peso y la salud psicológica de los menores; para esto se basaron en los datos proporcionados por el “Estudio de Identificación y Prevención de Efectos de Salud Inducidos por la Dieta y el Estilo de Vida en Niños y Bebés”, un estudio prospectivo de cohortes encaminado a comprender y prevenir los factores que promueven la aparición de la obesidad infantil.

En este estudio, el primero en analizar la relación entre la alimentación saludable y el bienestar psicológico infantil, participaron 7.675 niños europeos de entre dos y nueve años y sus padres, provenientes de Bélgica, Chipre, Estonia, Alemania, Hungría, Italia, España y Suecia.

Al inicio, mediante un cuestionario los padres suministraron información acerca de los alimentos que ingerían los niños semanalmente, tomados de un total de cuarenta y tres opciones; con estos datos se le dio a cada niño un Puntaje de Adherencia Dietética Saludable (HDAS), el cual indica hasta qué punto el infante se alimenta sanamente, evaluando conductas positivas como evitar alimentos de alto contenido de azúcares y grasas, y la inclusión de frutas frescas y verduras en la dieta diaria.

Adicionalmente se efectuó una evaluación previa del bienestar psicológico de los niños, incluyendo aspectos como autoestima, problemas emocionales y las relaciones de los niños con sus padres y compañeros; igualmente se registraron la altura y el peso de los pequeños.

Luego de dos años de seguimiento, volvieron a evaluarse todos estos factores y a través del análisis de los resultados se logró establecer un vínculo entre los hábitos de alimentación y el bienestar psicológico.

“Encontramos que en niños pequeños de entre dos y nueve años, existe una asociación entre el cumplimiento de las pautas dietéticas saludables y un mejor bienestar psicológico, que incluye menos problemas emocionales, mejores relaciones con otros niños y una mayor autoestima, dos años más tarde”, explicó la Dra. Louise Arvidsson, miembro del equipo de investigadores. “Nuestros hallazgos sugieren que una dieta saludable puede mejorar el bienestar de los niños”.

Los resultados, publicados en la revista BMC Public Health, indicaron que los niños que poseían mejores niveles de autoestima al principio del estudio, pasados los dos años de seguimiento mostraron los HDAS más altos. Y un hallazgo inesperado fue que el peso del niño no afectaba la relación entre el HDAS y el bienestar psicológico. “Fue algo sorprendente descubrir que la asociación entre la dieta de referencia y un mejor bienestar dos años después era independiente de la posición socioeconómica de los niños y su peso corporal”.

Los científicos encontraron que la ingesta de pescado dos o tres veces por semana, así como la inclusión de productos integrales en la dieta diaria estaban asociadas con una autoestima más alta, menos desavenencias con los compañeros y ausencia de problemas emocionales.

Otro hallazgo interesante fue que la asociación entre la alimentación sana y el bienestar psicológico era bidireccional, es decir, los niños que tenían mayor bienestar emocional se alimentaban siguiendo más de cerca las recomendaciones dietarias y viceversa, los niños que se alimentaban más sanamente también eran emocionalmente más saludables.

No obstante, los expertos advierten que la investigación presentó ciertas limitantes que deben ser tomadas en cuenta, como el hecho de tratarse de un estudio observacional basado en los testimonios de los participantes, lo cual dificulta la determinación exacta de la relación entre causa y efecto; además, los niños con baja autoestima y cuyas dietas eran de baja calidad tendían a abandonar el estudio, lo cual fue un obstáculo para alcanzar conclusiones definitivas.

En tal sentido, Arvidsson señaló que es necesario profundizar en las investigaciones a fin de lograr resultados más terminantes: “las asociaciones que identificamos aquí deben confirmarse en estudios experimentales que incluyan niños con diagnóstico clínico de depresión, ansiedad u otros trastornos del comportamiento en lugar del bienestar informado por los padres”.

Para evitar la obesidad y reducir el riesgo de diabetes y otras patologías asociadas, lo más recomendable es mantener una dieta adecuada y hacer ejercicios regularmente. Según el vocero y directivo de la Fundación Torres-Picón, Pedro J. Torres, dedicada al tema de la prevención en salud y de la obesidad infantil más específicamente “será necesario lograr cambios personales de estilo de vida, aunque no sean tan ambiciosos, pues pueden convertirse en soluciones de mayor magnitud”. El estudio comentado en esta nota revela datos de gran importancia, que ojalá se conviertan en resultados que se ratifiquen y conduzcan a alternativas de positivo tratamiento, integral y preventivo.

GF/EDC

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