Se la conoce como la trufa del desierto o trufa blanca. A los kuwaitíes les encanta, tanto que, para vender este hongo tan codiciado, cientos de comerciantes postulan cada año para poder tener un puesto en el mercado de trufas de Kuwait. Pero menos uno de cada cuatro lo consigue por sorteo.
Menos prestigioso y más barato que su primo negro, este hongo subterráneo no crece bajo los robles sino en pleno desierto, tras la lluvia. Vuelve loco a los beduínos, que lo incluyen en sus platos tradicionales a base de arroz y de carne o en forma de salsa, hervido con cebollas.
Desde su apertura, a las 09H00, el mercado de Al Rai, en una zona industrial de la salida noroeste de la ciudad de Kuwait, atrae a numerosos compradores.
Algunos deambulan entre los puestos, observan, comparan, huelen, pegando su nariz a las trufas, para escoger las mejores. Olor, color y peso: todos los parámetros cuentan a la hora de decidirse.
Otros saben perfectamente lo que buscan y van directos a un puesto o a otro.
Yusef Mohamed Al Jaled afirma que prefiere la "Zebidi". Según dice, sabe distinguir entre distintas variedades de colores diferentes y cada año se gasta hasta 3.000 dinares (unos 8.000 euros) en trufas blancas.
Al Jaled asegura que estos hongos se identifican con el plato favorito de los kuwaitíes, el Al Kabsa. Basta con cubrir el plato de carne con salsa y trufas hervidas con arroz semicocido y dejar que este absorba todo el sabor de la salsa y de las trufas.
"Los kuwaitíes son unos adictos a la trufa porque es escasa y tiene un sabor particular", agrega el comprador, que afirma consumirla dos veces por semana, especialmente los jueves para almorzar con la familia política.
Un lujo de temporada
Un éxito tal ha llevado al ayuntamiento a reaccionar y reglamentar el comercio de estas trufas.
"Frente a la demanda, decidimos erigir este mercado en 2006 para organizar la venta de este producto, que se ofrecía por todos los rincones de Kuwait", explica a la AFP Fayçal Al Jooma, vicegobernador de la ciudad.
El objetivo: garantizar el origen y la calidad de los hongos a la venta. Cada puesto debe pasar unos controles sanitarios.
En el mercado de trufas de Al Rai, las trufas suelen ser importadas de África del norte, pues la producción kuwaití se desplomó a cero desde que Irak invadió el país en 1990.
Este año, 520 comerciantes se presentaron para obtener la autorización y poder abrir un puesto de 9 m2 en el mercado, pero solo 123 fueron elegidos por sorteo, según Fayçal Al Jooma.
El mercado es estacional pues la trufa blanca solo crece de noviembre a abril y el volumen y la calidad de la cosecha varía según las lluvias y las condiciones meteorológicas.
"Este año, el mercado está inundado de trufas procedentes de Libia. Es cíclico, eso pasa cada seis años. Muchas trufas vienen también de Túnez", explica uno de los vendedores, el kuwaití Mohamed Al Shemari.
Frescas o secas
"Cada día, se importan de tres a cuatro toneladas, que se venden mientras que las trufas todavía están frescas", añade.
Las trufas blancas también pueden secarse pero pierden su consistencia y su calidad.
"El producto nos llega de Marruecos, Argelia, Túnez y Libia y de otros países", enumera otro mercader, el iraní Abdel Ali Said, que lleva desde 1960 trabajando en este sector.
El precio del kilo varía de 7 a 20 dinares (18 a 53 euros) según la calidad, precisa.
También hay trufas importadas desde Irán, Arabia Saudita y otros países de la región.
Desde que Irak invadiera Kuwait en 1990, el miedo a las minas escondidas por los soldados iraquíes en el desierto disuade a los kuwaitíes de ir a buscar trufas.
"La irregularidad de las precipitaciones, la galopante urbanización y el retroceso del desierto también explican la desaparición de las trufas" kuwaitíes, subraya Jomaa, el vicegobernador. AFP / RA
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