El verdadero nombre de Platón era Aristocles. Platón era una especie de apodo que quería decir 'amplio'. No se sabe si le llamaban así por sus vastos conocimientos o debido a su corpulencia física, lo importante y anecdótico es que fue con ese sobrenombre con el que pasó a formar parte de una selecta listas de pensadores que con su filosofía cambió la forma de ver la realidad.
Fue gracias a otro célebre filósofo, Sócrates, que Aristocles decidió cambiar su futuro como poeta y político para dedicarse de lleno al mundo del pensamiento.
Gracias a esta decisión legó al mundo frases como las siguientes:
La filosofía es un silencioso diálogo del alma consigo misma en torno al ser.
Los amigos se convierten con frecuencia en ladrones de nuestro tiempo.
El amor consiste en sentir que el ser sagrado late dentro del ser querido.
En todas las cosas, naturales y humanas, el origen es lo más excelso.
El hombre inteligente habla con autoridad cuando dirige su propia vida.
A pesar de la gran luz que arrojan estas frases sobre los corazones y mentes de los seres humanos, muchos ponen en duda que Platón sea el autor de los textos que se le adjudican, específicamente de los famosos Diálogos. La duda al respecto se debe a que Platón puso a Sócrates como partícipe de ellos, situación que ha llevado a pensar a los estudiosos que las ideas plasmadas en realidad pertenecieron a Sócrates, quien por cierto, no dejó nada por escrito.
Lo anterior será por siempre un misterio. Mientras tanto, nosotros los lectores y amantes de las ideas podemos seguir disfrutando de las ideas heredadas ya sea por uno o por otro:
El virtuoso se conforma con soñar lo que el pecador realiza en la vida.
Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo.
El cuerpo humano es el carruaje; el yo, el hombre que lo conduce; el pensamiento son las riendas, y los sentimientos los caballos.
Hay que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de la verdad.
Dos excesos deben evitarse en la educación de la juventud; demasiada severidad, y demasiada dulzura.
Quien fuera seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles, otro de los pesos pesados de la filosofía clásica, tuvo el honor de ser el fundador de la Academia, sitio en el que se le enseñaba a los alumnos temas fundamentales en torno a la ética, la metafísica, la filosofía política, la psicología o la antropología.
Fuente: Cultura Colectiva
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