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Borrarse los tatuajes para expiar pecados en Indonesia

Cuando Sandi Widodo se convirtió en un musulmán muy devoto quiso borrarse los tatuajes, proscritos por el islam. Pero como era muy caro en Indonesia, creó su propio negocio que ofrece el servicio casi gratuitamente, con una condición: el cliente debe recitar versos del Corán para expiar sus pecados.

Borrarse los tatuajes para expiar pecados en Indonesia

Desde la apertura de su establecimiento en Yakarta hace casi un año, Sandi no para de atender clientes que vienen a verle para que les quite sus tatuajes mal vistos en el país musulmán más poblado del mundo.

Uno de ellos, Riki Irawan, espera que un cuerpo libre de tatuajes le acerque a Dios y le reconcilie con los padres musulmanes de su novia, que se niegan a que su hija se case con un hombre tatuado.

Muy a pesar suyo, Riki no tiene otra opción que quitarse los tatuajes. "La euforia de un tatuaje es temporal, solo dura unas semanas y después la vida de uno está arruinada", cuenta este hombre de 31 años.

Como él, cientos de fervientes musulmanes vienen a quitarse los tatuajes a la tienda de Sandi por solo 150.000 rupias (10 dólares). Esta suma irrisoria sirve para pagar los gastos de electricidad del propietario, que vive de los ingresos de su pequeña imprenta.

Lo que más cuenta para Sandi es que sus clientes expíen los pecados que representan para él los tatuajes. Por eso les pide que reciten 50 versos del Corán, o menos si no conocen tantos. Pero les invita a hacer esfuerzos para recitar algunos nuevos cuando vuelven varias veces.

En algunos países de Asia, especialmente en Indonesia, los tatuajes están a menudo asociados con la criminalidad y una moral relajada, y no son fáciles de llevar.

Sandi lo sabe de la época en la que no daba tanta importancia a la religión. "Era incómodo ir a la mezquita. Trataba de comportarme con normalidad, pero la gente me miraba", recuerda este artista tatuador en la isla mayoritariamente hindú de Bali.

"Los tatuajes están asociados a cosas negativas como la droga y la juerga, por lo que decidí parar y vender mis instrumentos", explica Sandi, que lleva todavía una antigua marca de tinta en la cara demasiado dolorosa de borrar.

"Prohibidos por el islam"

Cuando decidió quitarse los tatuajes, visitó algunos de los establecimientos que ofrecían este servicio pero la mayoría le pedían varios miles de dólares, una suma prohibitiva para la mayoría de los indonesios.

Sandi decidió montar su propio negocio con ayuda de una campaña de recogida de fondos. Le permitió recaudar el equivalente en rupias de unos 6.000 dólares, suficiente para comprarse dos aparatos láser para borrar tatuajes.

Un cartel a la entrada de su local reza: "Expíen sus pecados, estrechen la mano de un hermano musulmán".

Otros fieles de esta religión, como Renny Rengganis, no quieren ni oír hablar de quitarse los tatuajes. "No me he hecho tatuar para rebelarme contra algo o expresar mi derecho de hacer lo que quiero con mi cuerpo", dice esta musulmana practicante de 35 años.

"Simplemente, me gustan los tatuajes que significan algo y quería grabarlos en mi cuerpo para siempre", agrega.

Para algunos predicadores musulmanes, la elección está muy clara. "Los tatuajes están prohibidos por el islam porque no solo le perjudican a uno sino que también alteran la creación de Dios", afirma Huzaemah Tahido, un representante del Consejo de Ulemas, la más alta instancia religiosa de Indonesia, cuyas recomendaciones son muy seguidas en el país.

"Si es posible, quítense los tatuajes y arrepiéntanse. Si no se los pueden quitar porque es demasiado doloroso, dejénselos, pero deben arrepentirse igual", dijo.

En Surabaya, la segunda ciudad de Indonesia, otro establecimiento que borra tatuajes también pide a sus clientes que reciten versos del Corán.

Por su parte, el banco islámico Muamalat patrocina un servicio móvil de retirada de tatuajes en un furgón que recorre la isla de Java, la más poblada del archipiélago.

Por su parte, Maulidul Irfan lo probó todo, sin éxito, para borrarse él mismo sus tatuajes antes de recurrir a Sandi.

"Estudio para ser profesor de religión islámica, sería vergonzoso tener tatuajes", confiesa este joven de 23 años.

AFP / RA

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