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La España de Sánchez busca a tientas su política migratoria

Primero acogió el "Aquarius" con los brazos abiertos y luego expulsó a más de cien migrantes a Marruecos. En medio de las contradicciones, la España de Pedro Sánchez sigue buscando una política migratoria, en pleno debate a nivel europeo.

La España de Sánchez busca a tientas su política migratoria

Poco después de tomar el poder en junio, los socialistas españoles dieron un aldabonazo abriendo el puerto de Valencia al "Aquarius", un barco humanitario con 630 migrantes a bordo, previamente rechazado por Malta y por el ministro del Interior italiano, el ultraderechista Matteo Salvini. A éste le siguieron otros tres barcos, acogidos en Barcelona, Palma de Mallorca y Algeciras.

Al mismo tiempo, el gobierno de Sánchez anunciaba su intención de facilitar el acceso de los migrantes ilegales a la sanidad pública y de retirar las cuchillas de las vallas metálicas que rodean los enclaves norteafricanos de Ceuta y Melilla, donde los africanos que las saltan suelen herirse los brazos y las piernas.

La oposición conservadora criticó estos anuncios y acusó a los socialistas de crear un "efecto llamada" y de animar a las mafias que cobran a los migrantes por hacerles cruzar el Mediterráneo.

Entre tanto, España es desde este verano boreal la primera vía de entrada de inmigrantes clandestinos en Europa.

Desde inicios de 2018 hubo más de 32.000 llegadas por vía marítima y terrestre, más del doble que el año pasado en la misma época, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Salvini se felicita

La política del gobierno dio sin embargo un giro a fines de agosto, a raíz de un segundo salto violento de la valla de Ceuta, en el que algunos migrantes lanzaron cal viva y excrementos a la Guardia Civil.

Un día después de este nuevo incidente, España expulsó a Marruecos a más de 110 africanos. Y dos de los presuntos organizadores del primer asalto de este tipo, el 26 de julio, ingresaron en prisión preventiva.

"No vamos a permitir la migración violenta que atente contra nuestro país y contra nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado", dijo este miércoles el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

Comentando la expulsión, el líder del conservador Partido Popular, Pablo Casado, se felicitó de que "el Gobierno sólo acierta cuando recula", aunque las críticas también llovieron desde la izquierda y las oenegés.

Helena Maleno, una activista española muy destacada en la defensa de los migrantes, denunció el lunes la expulsión, según ella propia de una "política racista y colonialista".

"No hemos variado un ápice", defendió la vicepresidenta del gobierno Carmen Calvo, asegurando que la política de inmigración se basa en dos ejes: "el respeto a los derechos humanos y la seguridad de las fronteras".

Gemma Pinyol, investigadora especialista en migraciones, comenta a la AFP que las expulsiones son presumiblemente un mensaje para "que no se entienda que esto es un paraíso para las entradas libres".

Mientras tanto, la ultraderecha europea no ha tardado en explotar el filón al hilo de esta expulsión colectiva.

"España está mostrando lo que hay que hacer con los inmigrantes ilegales", escribió en redes sociales Alice Weidel, una dirigente de Alternativa por Alemania.

Salvini se tomó también la revancha, escribiendo en Twitter: "Si es España la que lo hace, está bien, pero si soy yo quien lo propone, soy racista, fascista e inhumano".

Unas reacciones que resultan embarazosas para Pedro Sánchez.

"Había dado signos de una política más coherente, más ambiciosa, y esto lo contradice hasta tal punto que le hace perder su credibilidad", señala a la AFP la politóloga Cristina Monge.

El país, poco preparado

"Creo que igual hubo una precipitación en entender que las cosas cambiarían sustancialmente", apunta Gemma Pinyol.

Y añade: "los cambios han sido pedir más responsabilidad a Europa", que sin embargo no ha logrado poner a punto un mecanismo funcional de distribución de los migrantes.

España, prosigue Pinyol, está poco preparada para recibir a todos estos migrantes: "el sistema de acogida de estas personas se tendría que haber actualizado", y los centros de retención de Ceuta y Melilla "están siempre sobresaturados".

Los socialistas acusan además a sus predecesores conservadores de no haber hecho nada ante el aumento de las llegadas, que por vía marítima se triplicaron en 2017 respecto al año anterior. AFP / RA

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