‘Al menos tenemos salud’, ‘Lo más importante es la salud’, ‘Si tienes salud, lo tienes todo’ ¿Cuántas veces hemos leído, dicho o escuchado este tipo de frases en las que la salud es la auténtica protagonista? Seguro que cientos, o incluso miles. Sin embargo, hay un concepto equivocado, que es centrar todos los esfuerzos en mantener la salud de nuestro cuerpo y de nuestra vida.
Obviamente debemos trabajar para tener un cuerpo sano, haciendo ejercicio y con una buena alimentación, para estar bien por dentro y por fuera.
Pero, ¿qué pasa cuando aún así la vida nos sorprende -para mal-, con una enfermedad? La ausencia de salud nos deteriora, y es evidente que nadie merece una enfermedad larga. Sin embargo, vamos a hablar de mantener la felicidad y el entusiasmo aunque la salud nos haya abandonado.
• Ser feliz bajo cualquier circunstancia. Cuando todo está a favor, es muy fácil ser felices. Tenemos trabajo, dinero, salud, amor, amistad… y de pronto, todo es absolutamente favorable, nos sentimos pletóricos. Sin embargo, este concepto puede cambiarse, porque la vida sigue a pesar de todo, y deberíamos intentar ser capaces de agarrarnos a la alegría aunque haya cosas que fallen, incluso la salud.
• Amar la vida, porque es vida. Aunque a veces sea injusta, la vida nos da múltiples oportunidades para conseguir nuestros sueños y alcanzar la plenitud, aunque sea con pequeñas píldoras cada día. Sentirnos afortunados únicamente por tener la oportunidad de estar vivos según abrimos los ojos cada mañana, nos dará perspectiva.
• Todo tiene un final. Y qué decir del final que está escrito para todos. Saber que la vida terminará algún día, sea por esta ausencia de salud o por cualquier otro motivo, nos da efectivamente mucha más perspectiva. Aprovechar cada momento con la gente querida o con nosotros mismos nos ayudará a valorar la vida aunque la salud nos falte.
Fuente: Nosotras
RA
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