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Dos revolucionarios iraníes, dos destinos opuestos

Son dos hombres de 63 años que participaron en la Revolución Islámica de 1979 para derrocar al Sha en Irán. Sin embargo, aquí terminan las similitudes: sus vidas en estas cuatro décadas y sus opiniones sobre la situación actual del país son opuestas.

Dos revolucionarios iraníes, dos destinos opuestos

Tras la marcha del Sha Mohamad Reza Pahlaví y la instauración de una República Islámica por el ayatolá Ruholá Jomeiní, uno de ellos fue condenado a muerte y tuvo que huir del país, mientras que el otro empezó a trabajar de funcionario y sigue acudiendo a las celebraciones organizadas por las autoridades.

"El primer motivo por el que la gente comenzó las protestas contra el Sha era la diferencia e injusticia económica. A nivel político había problemas, pero la gente tenía poco conocimiento al respecto", aseguró a Efe Reza, quien prefiere no identificarse con su nombre completo porque aunque vive en el extranjero tiene familia en Irán.

En opinión de este opositor, uno de los principales problemas en esa época era que los trabajadores enviados desde Estados Unidos y el Reino Unido ganaban "varias veces más que los iraníes y algunos no eran especialistas", por lo que se pensó que para dejar de estar sometidos a estos países era necesario "un cambio del sistema".

Reza, que fue detenido y condenado por integrar el grupo marxista "Fedayin", uno de los partidos izquierdistas que se opusieron a principios de los 80 al nuevo sistema islámico, remarcó que "para el 99 por ciento de los jóvenes revolucionarios el objetivo no era la religión sino expulsar al Sha y lograr un gobierno elegido por el pueblo".

No obstante, durante las protestas, el espíritu religioso siempre estuvo presente y era muy habitual el lema de "Dios es el más grande", como recuerda Parviz Ramezaní, el funcionario ya jubilado que vive en Teherán.

"Por las noches nos subíamos a los tejados de los edificios y gritábamos 'Allahu Akbar", indicó a Efe Ramezaní, quien también fue a recibir a Jomeiní a su llegada a Teherán el 1 de febrero de 1979 tras 14 años de exilio.

Este hombre, que a diferencia de Reza no tiene un buen nivel de estudios, llegó con sus hermanos en una furgoneta muy pronto a la calle Shahid Rayaí y pudo ver "al imán de cerca"

Jomeiní consiguió la renuncia del Gobierno de Shapur Bajtiar, nombrado por el Sha, y designó a Mehdi Bazargan primer ministro de un gobierno interino, pero las fricciones entre los distintos grupos revolucionarios comenzaron pronto.

"En el primer año todo cambió, nadie se podía creer que en las elecciones parlamentarias fueran a eliminar a todos los candidatos de los demás partidos o que de repente fueran a detener a los líderes en sus casas y a ejecutarlos", lamentó todavía con asombro Reza.

El exiliado denunció que las nuevas autoridades "eliminaron a todos los opositores, tanto izquierdistas como religiosos, con cualquier excusa", y consideró que realmente Occidente fomentó ese cambio de régimen en Irán.

"Nosotros no hicimos ninguna revolución, pero nos hicieron creer que fue así", afirmó Reza, una frase lapidaria en alguien que se dejó la piel por la revuelta y cuya actividad política marcó de forma drástica su futuro.

Justifica esta opinión en que hasta el asalto a la Embajada estadounidense en noviembre de 1979, los intereses económicos de EEUU en Irán no se vieron afectados. Después -agregó- "los clérigos, del mismo modo que engañaron al pueblo, engañaron también a Europa y a EEUU".

No se siente engañado Ramezaní, quien considera que los ideales de la Revolución se han cumplido y que el sistema actual ha logrado grandes avances en el país tanto a nivel económico como de defensa, por ejemplo los controvertidos sistemas de misiles.
"Si somos justos, hay que reconocer que realmente hemos mejorado, pero los jóvenes de ahora tienen demasiadas demandas y son desagradecidos", señaló el funcionario jubilado.

"Nosotros éramos cuatro hermanos que junto a nuestras mujeres e hijos vivíamos en una sola casa. Ahora, cada familia tiene su propia casa y varios coches", detalló comparando su vida durante la época del Sha y ahora.

Una opinión que no comparte el exiliado: "Realmente no se solucionó nada, ni a nivel económico ni social ni político, e incluso las libertades personales fueron eliminadas".

Irán conmemora el próximo día 11 el cuadragésimo aniversario del triunfo de la Revolución Islámica, con una parte de la población hastiada de tantas décadas de restricciones sociales y de vaivenes económicos por las sanciones extranjeras.

EFE / RA

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