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Incendios aumentan presión sobre el comercio de especies de la Amazonía

Los incendios en la Amazonía han reducido el hábitat de animales, plantas y maderas de la Amazonía, lo que sumado a su explotación ilegal o no regulada afectará a su comercio internacional, advierte Ivonne Higuero, secretaria general de una convención de la ONU que protege a las especies amenazadas.

Incendios aumentan presión sobre el comercio de especies de la Amazonía

"Si estamos perdiendo hábitat para especies como las maderas y además enfrentamos una sobreexplotación, tendremos grandes problemas para su conservación", sostiene en una entrevista con Efe la panameña Higuero, una de las mujeres latinoamericanas de mayor jerarquía en la ONU.

Higuero dirige un equipo de economistas, científicos y especialistas en conservación que vigilan el cumplimiento en 183 países de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies de Flora y Fauna Amenazadas (más conocida como CITES), que literalmente a salvado a los elefantes de África o a las vicuñas de Sudamérica mediante prohibiciones o controles de sus exportaciones.

El comercio ilegal de especies de animales, plantas y maderas mueve hasta 10.000 millones de dólares (9.073 millones de euros) por año, generando jugosas ganancias al crimen organizado, al que países -algunos de ellos entre los más pobres del mundo- han plantado cara para salvar a sus especies, relata Higuero en la siguiente entrevista.

PREGUNTA: ¿Una convención como CITES podría reforzar la protección de la Amazonía, asolada por incendios, deforestación y tala ilegal?

RESPUESTA: CITES cubre todo lo relacionado con comercio internacional de especies, pero no la pérdida de hábitat y necesitamos mecanismos que cubran este problema. No obstante, si vemos desastres como el de la Amazonía y que hay especies de madera, por ejemplo, con las que se comercia regularmente y que han sido devastadas por los incendios, esto sin duda afectará su comercio internacional porque habrá menos ejemplares disponibles. En este caso se tendría que pensar en establecer cuotas (de exportación) o ciertos reglamentos.

P. ¿Esta situación puede estimular el tráfico ilegal de especies de flora y fauna de la Amazonía?

R. Si hay poblaciones de especies que se han reducido por los incendios y la pérdida de hábitat que ha resultado de ellos, entonces su caza o tala ilegal tendrá un impacto mucho más grave en su sustentabilidad. Creo que se debería aprovechar este momento para prestar más atención al comercio no regulado de maderas que puede ser un problema tan grande como el de la tala ilegal. Si estamos perdiendo hábitat para animales, maderas o plantas y además hay sobreexplotación continua, tendremos grandes problemas con esas especies.

P. En la última reunión trienal de los 183 países que son parte de la CITES hubo un grupo de países africanos que se fue muy descontento porque se les negó la autorización para vender parte del marfil que tienen guardado, conforme pedía otro grupo de países del continente. ¿Qué significó esta división y qué consecuencias puede tener?

R. Países del sur de África propusieron abrir el comercio de marfil. El problema que tienen, como ellos lo explicaron, es que los programas de conservación cuestan muy caro y las comunidades que viven pegadas a zonas de elefantes sufren porque estos destruyen las cosechas y provocan heridos y hasta muertos, así que necesitan abrir alguna área económica para cubrir estos gastos. Yo estuve en el Parque Nacional de Hwangee, en Zimbabue, donde a pesar de la sequía había que abastecer de agua a los elefantes, además de pagar una plantilla de 1.200 personas para vigilar la caza ilegal, comprar uniformes, vehículos, armas y todo esto cuesta.

Al mismo tiempo Zimbabue tiene guardada bajo llave una reserva de marfil, de elefantes muertos por razones naturales o por caza ilegal, valorada en 500 millones de dólares (453 millones de euros), pero que no puede utilizar porque otros países también africanos están en contra porque creen que esto generaría una demanda que aumentaría la caza ilegal.

P. ¿Quién tiene razón en esta polémica?

R. Yo no puedo decir quien tiene la razón ya que al final son los Estados que forman parte de la convención los que deciden, pero doy mi opinión como secretaría general y creo que el problema no es el marfil, sino el dinero. Los países que cuidan la vida silvestre deben afrontar muchos gastos.

P. Entonces el problema es la falta de solidaridad, se les pide que cuiden de la vida salvaje, pero no se les ayuda.

R. A eso voy. No podemos ser sordos a las necesidades de algunos países. En Zimbabue estuve en una reunión con la comunidad y uno de los responsables preguntó a los asistentes, que eran como 30, quienes habían tenido problemas con elefantes... todos levantaron la mano. Claro no es que haya demasiados elefantes, pero hay conflicto por el territorio ya que el ser humano necesita cada vez más espacio para vivir. Por eso pienso que debemos idear la manera de compensar a los países que son guardianes de la vida silvestre. Algunos hablan de ecoturismo, pero esto realmente no genera los recursos suficientes.

P. ¿Hasta qué punto la sociedad occidental ha caído en el extremo de humanizar a los animales y ponerlos por delante de las personas?

R. Hay personas que han hecho del trato a los animales una cuestión moral, pero muchos de ellos no viven con la preocupación diaria de cómo alimentar a sus familias. A veces no se piensa en el bienestar en el ser humano ni en la vida silvestre de forma más amplia, como árboles y plantas, que son el medio de subsistencia para mucha gente.

P. ¿Concuerda con quienes consideran que esto se ha convertido en un debate casi ideológico?

R. La verdad que sí y varios países se quejan de que los argumento científicos quedan relegados cuando indican que no hay problema con exportar o cazar ciertas cuotas de determinadas especies, sean elefantes, leones o rinocerontes. Pero no olvidemos que estos son procesos políticos y no puramente científicos.

P. En los pasillos se afirma que las ONG conservacionistas y los países ricos son los que fijan la agenda. ¿Es cierto?

R. A mí lo que me preocupa es que falta un balance. Y no solo hablo de balance de opiniones, sino de especies. La atención se concentra en pocas especies, como pueden ser elefantes, leones o jirafas; pero hay especies importantísimas de plantas y de animales por los que nadie lucha.

P. ¿A qué especies no se les presta la atención suficiente?

R. Creo que a la vida marina recién se le empieza a prestar atención y que debemos tener más cuidado con peces comunes y corrientes que se comen y están sobreexplotados en el mar abierto, y no solo preocuparnos por especies como tiburones o rayas. A nivel de ecosistemas, hay que tener más en cuenta la importancia de las plantas en los bosques o en la Amazonía, y no invertir solo en especies carismáticas. Algunos también están preocupados por los pájaros de canto, cuyo comercio no está bien vigilando. El problema es que en éste y en muchos otros casos no tenemos datos suficientes para poder tomar decisiones. EFE

EB

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