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Alcabalas hacia Oriente le bajan dos a las trabas

Un viaje de Caracas a la población de Clarines, en el estado Anzoátegui, regularmente de tres horas y media se convirtió en los últimos meses de la pandemia del covid-19 en una travesía de casi cinco horas, con el incremento de las alcabalas en la carretera vía Oriente, especialmente, en la semana de cuarentena radical.

En el punto de la GNB en Boca de Uchire se pasa sin problemas.

El “brindis para el refresco”, “una colaboración”, o mensajes similares les decían a las personas que no tenían salvoconducto los funcionarios policiales, quienes a lo largo y ancho de la carretera comenzaron a instalar más puntos de control de los cotidianos, con la excusa de vigilar la movilidad de las personas entre los estados y evitar la propagación del virus.

Después de recibir varias denuncias, el pasado 12 de julio el presidente Nicolás Maduro ordenó revisar las alcabalas en el territorio nacional. “A partir de hoy se deben eliminar las trabas que se le ponen al pueblo de Venezuela en las alcabalas durante las semanas de cuarentena, con el método 7+7”, instruyó el jefe de Estado.

Desde ese momento, hace más de un mes, comenzaron a desaparecer algunos puntos de los uniformados en la vía que conduce al Oriente. Así lo constató el equipo de Últimas Noticias.

Saliendo desde La Urbina, la primera alcabala a pasar fue la ubicada en la salida de la ciudad capital, cerca del terminal de Oriente, para tomar la autopista Gran Mariscal de Ayacucho. Con tráfico lento, pero sin problemas los vehículos seguían su marcha.

En horas de la mañana, al tomar la vía hacia Guarenas-Guatire no se observó ningún uniformado. Al llegar a la salida de Guatire se encuentra la GNB, donde son revisados los vehículos de carga pesada.

El viaje continúa sin interrupción hasta el puente de Araira, cerca de las ventas de las mandarinas. Funcionarios de la Policía de Miranda detienen el carro. “¿A dónde se dirigen?”, pregunta un uniformado de azul, “Para Clarines”, contesta el conductor. “Adelante”, respondió el oficial.

Posteriormente, viene el cruce hacia Caucagua donde hay un punto de la GNB. Apenas le echan un ojo al carro. Siguiendo el recorrido, en las inmediaciones de la Pepsi de Caucagua dos uniformados de Polimiranda se apostaron con unos conos para ver de lejitos los vehículos y solo paran a los camiones.

Después de rodar varios kilómetros, funcionarios de la Guardia interrumpen el paso en El Clavo. “Bajen el vidrio de atrás”, señalan. Al revisar en breves segundos, ordenan continuar.

Los próximos controles de seguridad se ubican en El Guapo, Cúpira, así como en Boca de Uchire. Allí pocos carros son parados, mayormente se detienen los transportes que deben sellar las guías de circulación.

Sin problemas y sin necesidad de sacar salvoconducto se sigue la marcha hasta la alcabala de Clarines, donde son revisados rigurosamente los cargamentos de los camiones en semanas flexibles y radicales.

ÚN

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