La pastora, Helen Wolfe, se dispuso a llegar con el Evangelio a las mujeres que practican la prostitución cerca de la iglesia. Han tenido que pasar dos años para ver los frutos de su trabajo, destacando la acción de Dios en esa área.
La iglesia en Huntington, Virginia del Oeste, salió a las calles para compartir un mensaje de esperanza a estas mujeres. "Eso solía ser una selva", dijo la pastora Helen Wolfe. "Usted no sabía lo que iba a ver."
Hace dos años, Wolfe decidió que la prostitución frente a su iglesia ya había llegado a una situación insostenible. "Si puedo ayudar a una chica, es como dejar las 99 e ir detrás de una", dijo.
Durante los dos años de ese proyecto, Helen aumentó sus esfuerzos para ayudar a muchas mujeres a salir del ciclo de las drogas y la prostitución.
Cada miércoles por la noche la congregación por ella encabezada, el New Day Ministry, abre las puertas del comedor y ofrece una comida.
"Eso nos ayudó a construir una relación", dijo. "Yo conversaba con las chicas, y yo les decía que, si ustedes se enferman o se cansan, yo estaré aquí por ustedes y voy a ayudarles".
Tocadas por la actitud de la pastora, varias de las mujeres que se prostituían cerca de la iglesia, decidieron asentarse para oír la Palabra de Dios en los cultos del domingo.
Después de ganar la confianza de esas mujeres, Helen también ha ayudado a muchas de ellas a dejar la prostitución y liberarse de las drogas. "Muchas de esas mujeres que se prostituían aquí en la calle decidieron cambiar el rumbo de sus vidas", dijo.
La pastora contó que varias de estas mujeres que ya integran la membresía de la iglesia, como Todd Sweeney, a quien ayudaron. "La conocí y me convertí en una gran amiga", dijo Sweeney sobre su relación con la pastora Helen.
Las mujeres de la iglesia destacan que la diferencia entre dos años atrás y hoy es fenomenal.
"Está todo tan quieto", dijo Wolfe. "Si usted viene aquí por la noche, verá a personas sentadas en los bancos de los jardines, verá a los niños del exterior jugando de nuevo, tal vez una o dos chicas paren en la esquina, pero no se quedan más frente a la iglesia. el nivel de respeto ahora.
Ella dice que ha sido una bendición ver el cambio en su comunidad, por la que oraron tanto tiempo.
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