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7 años de la nacionalización de Conferry y solo dos buques funcionando

Puerto La Cruz y Cumaná han servido de punto de embarque para propios y visitantes que viajan hacia el estado Nueva Esparta, pero es la ciudad porteña la ruta más usada por quienes vienen de distintas regiones del país.

7 años de la nacionalización de Conferry y solo dos buques funcionando

En el año 2014 fue demolido lo que se conocía como el terminal de ferrys Salomón Velásquez, ubicado en la capital del municipio Sotillo, zona norte de Anzoátegui. Un año antes, el Gobierno nacional había decidido cambiarle el nombre por el de Puerto Comercial Eulalia Buroz.

Aunque las actividades comerciales de la nacionalizada empresa Consolidada de Ferry Conferry (Conferrys) continuaron ejecutándose en una improvisada carpa, donde fueron instalados varios tráilers que sirven de taquilla para la comercialización de boletos, los usuarios deben dirigirse hasta Guanta para abordar los buques que van hacia el puerto de Punta de Piedra o El Guamache, en el municipio Tubores de Nueva Esparta.

A diario, los usuarios que desean viajar a la isla de Margarita se quejan del servicio que presta la naviera, desde la veta del pasaje hasta por el estado deplorable en el que se encuentran los baños de las embarcaciones.

Karla Marín constantemente debe dirigirse a “La perla del Caribe”, debido a que su familia vive allá y por la crisis que atraviesa el país tiene que llevarle alimentos, ya que en “Puerto La Cruz es mucho más fácil conseguirlos, incluyendo las proteínas de origen animal, como la carne de res y pollo”.

Marín comentó que de la vieja Conferry sólo queda el recuerdo de lo que era un buen servicio. “Desde que esta empresa pasó a manos del gobierno se fue al piso, ya ni un buen terminal hay. En Guanta es horrible tener que esperar para poder embarcar. Allí los baños son portátiles y la sala de espera es una carpa sin aire acondicionado”.

Más quejas

Así como Karla Marín otros más usuarios se quejan del pésimo servicio. Pedro Ortiz denunció una supuesta mafia con la venta de los boletos, ya que las veces que se dirige a las oficinas comerciales debe esperar varias horas, pues siempre le responden que no hay, pero al abordar el ferry hay decenas de puestos vacíos.

“Siempre dicen que no hay pasaje para venderlos con sobreprecio y los empleados llenarse los bolsillos. Ahora, con la falta de efectivo, dicen que el punto está malo para que traigan papel moneda y los trabajadores quedarse con el dinero, aquí ya nada sirve”.

“Los baños están en buen estado, pero no les hacen el debido mantenimiento, los olores son nauseabundos y por todas partes se ven las chiripas y cucarachas caminando” denunció Francisca Ramírez, quien constantemente recurre a los servicios que presta Conferry.

Ramírez también se quejó del excesivo precio que tienen los artículos que expende en el cafetín, pues pueden costar el doble o el triple de lo que comúnmente valen en cualquier local de tierra firme.

Aseguró que lo único positivo es que disponen de un punto de venta.

Desde hace un par de años la compañía no ofrece servicio de traslado de carga pesada, por lo que los camiones deben esperar hasta más de una semana en el terminal Eulalia Buroz para conseguir un pasaje en la empresa Navibus, la cual dispone de varias embarcaciones para el traslado de gandolas, pero no es suficiente para cubrir la alta demanda.

Omar Ruiz, quien tiene más de 20 años trabajando como chofer de gandolas, viaja cada dos días desde Porlamar hasta Barcelona en busca de bebidas gaseosas.

Comentó que en varias oportunidades ha sido víctima del hampa. En una ocasión, los malhechores, con pistola en mano, le quitaron sus pertenencias a él y a otros compañeros mientras esperaban que llegara la hora del zarpe.

Ruiz dijo que no puede dejar el vehículo de carga solo porque los ladrones se meten por el lado del “bulevar de las empanadas” y abren las lonas que los cubren. “El único momento que puedo moverme es cuando voy a comprar el pasaje y siempre le pido el favor a algún compañero que me cuide la mercancía, porque, si no, al regresar no consigo nada”.

Luis Marcano también presta servicio a una empresa de carga pesada y recuerda con nostalgia las instalaciones de la vieja Conferry, que aunque tenía sus defectos era mejores que los escombros que actualmente quedan. “El camión es nuestro baño y habitación, aquí nos toca comer, bañarnos y hacer nuestras necesidades fisiológicas”.

Además de la inseguridad y la inadecuada estructura del terminal, otro problema que se presenta en el recinto ubicado en la avenida Prolongación Paseo Colón es la prostitución. Usuarios y transeúntes indicaron que, presuntamente, hasta menores de edad se pasean por el lugar ofreciendo servicios sexuales.

Para continuar la lectura: El Tiempo

OS

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