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Relatos de una migrante venezolana, por un mejor futuro

Para nadie es un secreto que cuando se toma la decisión de salir de cualquier país (no solo hay éxodo en Venezuela), es para tener un mejor futuro y por supuesto ayudar económicamente a esos familiares que quedarán allí luchando y apostando por lo que parece una pesadilla de nunca acabar, caso puntual Venezuela.

Relatos de una migrante venezolana, por un mejor futuro

Sin embargo, existe una sombra llamada ansiedad que busca arrebatarte tu tranquilidad, estabilidad y te hace sucumbir en una terrible depresión.

Tus pensamientos te llevan a proyectar lo inimaginable, te llevan a un mundo oscuro y en ese momento piensas que no hay luz, que no hay salida. Tus ojos se nublan, el positivismo y las ganas de seguir adelante se te van en tan solo un suspiro.

En psicología esos pensamientos son llamados crisis de ansiedad o pánico, y no son más que síntomas que te hacen creer que llegarás al borde de la locura o es lo que tu subconsciente te quiere hacer suponer, pues sin tu saberlo, éste, se queda trabajando y te lleva al pasado o sino a crear historias de un futuro que quizás no exista. Eso te hace ansiarte más y más, hasta llegar a enfermarte.

Tu cuerpo entra en un estado de sudoración, el corazón parece un caballo de esos que son indomables, opresión en el pecho que se asemeja mucho a la pisada de un sumo japonés, dolor en el brazo izquierdo y al experimentar toda esa sintomatología dices: «nada, allí viene el infarto». Por lo general esos signos duran 30 minutos, sin embargo puede durar más o menos, todo depende de ti mismo.

En este camino llamado «migración» que para personas sin conocimientos parece fácil pero es todo lo contrario, pierdes muchas cosas. Por supuesto tu país, los familiares que aún quedan, amigos, profesión, costumbres, caminos, rutas e infinidades de cosas. Pero vas con el propósito de crecer y ayudar.

¿Cómo es la ayuda en Venezuela? Primero que nada buscar a una persona que haga la conversión de pesos chilenos a bolívares, es evidente que lo que ganas en un día en Chile es una fortuna en tu país. A pesar de ello, no puedes enviar lo que deseas, puesto a que en ese país que te abrió las puertas también tienes tus gastos: alquiler, gastos comunes, luz, agua, gas, comida, entre otro consumo que pueda ocurrir en el mes. Ganas pesos, gastas en pesos.

No obstante nada de lo que envíes es suficiente. Allí la preocupación y el estrés hacen de las suyas. Escuchas a tus parientes decir que la cesta básica subió, que la inflación sube tal cual un globo lleno de helio, que el efectivo no se consigue y que en muchas partes aceptan dólares. Un país que se maneja en bolívares, solo tiene una moneda.

Las personas que estamos fuera pasamos por la sensación de creer que tenemos dos vidas. Nuestra mente está con los nuestros en Venezuela, pero nuestro cuerpo está en el país que elegiste como «nuevo hogar». Te aferras a un pasado que ya es un recuerdo. En un país que no es el mismo que dejaste y que nunca lo será. Es sentir una daga que va directamente a un corazón tricolor y que cada día que pasa se te clava aún más. Tu quieres volver, pero tu situación es otra, tienes que quedarte, ya muchas personas dependen de ti.

Cuando en Venezuela se va la luz pierdes la comunicación por completo con tus familiares. Revisas la mensajería por excelencia para todo los que estamos fuera que es WhatsApp y te fijas en la última conexión, el color y cantidad de «flechitas» que son indicativo si fuiste leído o no. En caso de durar horas o hasta días sin contacto, comienza la investigación y acudes a un vecino u otro familiar. Tu tranquilidad reposa en tan solo un «estamos bien, todo bien».

Hay personas que se encuentran fuera del país y tienen familiares enfermos y el envío de medicinas o implementos es costoso, además en esos momentos de urgencia no se cuenta a veces con la suma de dinero suficiente para ayudar. Estos episodios siguen la suma en tu intranquilidad.

Cambiar de trabajo es una tortura, pues podrán tratarte mal pero mientras tengas la seguridad de un quince y último, todo es soportable. La paciencia se vuelve una virtud y la tolerancia es el Padre Nuestro de todos los días. Ya en otro país, adquieres una responsabilidad mensual, ya no existe un techo propio, así como cuando estabas acostumbrado en la casa de tus padres.

El clima es otro factor. Cuando estás en Chile por ejemplo, llegan dos temporadas que son extremas: el frío y el calor. En la época del verano, los mismos maracuchos (gentilicio de los que viven en una ciudad de Venezuela llamada Maracaibo), se quejan por lo caliente que suele ser. De acuerdo a su descripción el calor es seco. Y por experiencia propia si lo es, no hay brisa, no hay una nube que tape de vez en cuando al sol, no hay una que otra llovizna que calme un poco el día.

Éste es el día a día de un venezolano en el exterior desesperado por un mejor futuro, y a todos ustedes, mis hermanos, va esta carta con mucho cariño, porque sé que muchas veces nos preocupamos y queremos responder a cada compromiso, queremos estar en todo y resolver todo. Llevamos una responsabilidad en nuestros hombros, la de dar la cara por los nuestros que quedaron en Venezuela.

Una psicóloga me decía alguna vez que «somos humanos, no superhumanos. No tenemos capa de superhéroes».

Y no es ser egoísta, tampoco de abandonar a nuestros seres queridos, todo lo contrario, se trata de asumir el rol que nos ha tocado desde fuera, pero reconociendo nuestras debilidades y capacidades. Debemos tenernos paciencia nosotros mismos.

Para lograr tener, ayudar y llegar lejos se necesita de salud, tanto física como mental. Y lo mental es más difícil de tratar, porque ya eres tú mismo quien tiene que calmarse. No existe una receta médica que alivie tus pensamientos.

A ti extranjero que te fuiste dejándolo todo, tranquilo que más temprano que tarde podrás hacer lo que sueñas. Como decía el famoso creador de Mickey Mouse, Walt Disney: «Si puedes soñarlo, puedes lograrlo. No duermas para descansar, duerme para soñar». Y así tiene que ser. Mientras exista o haya una ilusión hay esperanza, y esa es la luz por la debemos guiarnos.

A ti migrante o como sea que te llamen, levántate, disfruta de tu café sin pensar en nada, comparte con esas personas que viven en ese momento contigo, escucha, aprende, enseña, aléjate, acércate, comunícate, disfruta y sobre todo vive. Mantente en el presente que es lo que realmente estás viviendo.

El miedo es peligroso y es normal tenerlo, todos lo tenemos. Es indicativo de que estamos vivos. Lo importante es saber dominarlo y que cuando quiera transformarse en ansiedad, tu mismo puedas controlarlo. No dejes que esas crisis interrumpan o te tumben. Si ya las sufres, solo pregúntate qué estás haciendo mal y amoldate.

La ansiedad o crisis de pánico son descargas eléctricas por llamarlo de alguna manera, pues es tu propio cuerpo haciendo lo que tu no puedes hacer. Lo realiza para aliviarte un poco del día a día, sin embargo tu mente es quien enciende las alarmas y te hace pensar todo lo negativo en su máxima expresión. No a todo el mundo le da de la misma manera. Así que cuando sientas que esto sucede, evalúate y enfócate solo en ti.

Esas llamadas crisis son un jalón de oreja para que le bajemos dos a nuestras actividades diarias, es para tomar las cosas con calma.

Un filosofo chino, Lao Tsé, dijo en algún momento algo muy cierto: «Quien conquista a otros es fuerte, pero quien se conquista a sí mismo es realmente poderoso». Y es así, más de uno se sorprende por los consejos que suelen darse a amistades que acuden a ti en forma de buscar una solución, sin embargo tu mismo piensas «ojalá yo pudiese hacer lo que aconsejo».

A ti extranjero, aguanta y aguanta que falta poco, siempre agradece a Dios por cada respiro, por cada amanecer o atardecer, por disfrutar de grandes o pequeñas cosas, por estar donde estés y tengas ese ingreso que te ayuda tanto a ti como a tus familiares. Eres grande y al serlo tienes la capacidad de comerte al mundo, siempre bajo la premisa de la humildad. La lucha sigue, pronto contaremos esta experiencia y nos reiremos de ello pero en Venezuela.

Fuente: caraotadigital
YS

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