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Pedro J. Torres: Algunos elementos presentes en el ambiente pueden propiciar el sobrepeso y la obesidad

Mantener un régimen alimenticio adecuado; practicar una rutina cotidiana de ejercicios, a veces intensa; abstenerse de consumir alimentos con exceso de grasas, azúcares o sal; eliminar todo hábito malsano, como el tabaquismo o el consumo de bebidas alcohólicas; en pocas palabras, tener un estilo de vida saludable debería ser suficiente para mantener a raya el sobrepeso y la obesidad y todas las enfermedades que son sus derivadas; sin embargo, aún así, para ciertas personas tratar de no subir de peso es una batalla constante, y adelgazar, para otras, una lucha perdida. Es como si hubiese algo en el aire que las hace engordar, sólo por respirar.

Pedro J. Torres y su fundación promueven también que desde el arte y la cultura se respalde el bienestar humano

Aparentemente no es tan descabellada esa última expresión, según los resultados obtenidos por una investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad Stirling, en Escocia, los cuales apuntan hacia una relación entre la creciente presencia de ciertos elementos químicos en el medio ambiente y el aumento de peso, razón por la cual tales elementos han sido denominados como “obesógenos”.

Los llamados obesógenos son sustancias que actúan como disruptores directamente sobre el sistema endocrino, alterando en forma negativa el funcionamiento hormonal y haciéndolo más lento; son más abundantes en el ambiente contaminado de las ciudades donde, en correspondencia, es mayor la proporción de personas que presentan exceso de peso sin causa aparente y más dificultades para reducirlo.

Esta información es compartida desde la Fundación Torres-Picón, como una colaboración con la divulgación preventiva en salud.

Otro estudio dado a conocer por The National Institute of Environmental Health Sciences indica que, si bien los obesógenos no son directamente los causantes de la obesidad, sí son responsables de aumentar la susceptibilidad del individuo a desarrollar un exceso de peso, en especial si éste es expuesto a tales sustancias durante la etapa prenatal y la primera infancia, período durante el cual se establecen los sistemas por los cuales el organismo controla el peso.

Estas sustancias producen una alteración en el mecanismo de desarrollo de las células grasas, incrementando su número y su capacidad de almacenar grasas; además de esto, modifican la forma en que el organismo regula las sensaciones de hambre y saciedad, lo que impulsa un mayor consumo de calorías, y potencian los efectos de los alimentos con elevado contenido de grasas y azúcares, alterando el equilibrio energético y generando una mayor acumulación de grasas.

Algunos de los obesógenos más conocidos son: el humo de cigarrillo; los retardantes de llama o fuego; el tributilestaño, utilizado en la industria maderera, las tuberías de cloruro de polivinilo en los sistemas de conducción de agua, las embarcaciones y los fungicidas en los alimentos; los ftalatos, utilizados para suavizar algunos productos de consumo; el bisfenol, presente en productos como los envases plásticos de los alimentos; los pesticidas organoclorados como el DDT, los PCB y las dioxinas; los parabenos, empleados para la conservación de los productos de higiene personal y que tienen propiedades parecidas al estrógeno, hormona femenina que ha sido relacionada con el cáncer de mama y el aumento de peso; las benzofenonas, presentes en los filtros ultravioletas de los protectores solares; los bifenilos policlorados, que hasta hace algún tiempo fueron muy utilizados en pinturas, cementos, balastos de luz fluorescente, selladores y adhesivos.

Entre las recomendaciones que ofrecen algunos expertos para disminuir la exposición a los obesógenos se encuentran, además de incrementar el consumo de verduras y frutas frescas y reducir la ingesta de carne, disminuir la utilización de productos plásticos, especialmente los utilizados para envasar alimentos, dando preferencia a los de loza o cristal, sobre todo en la alimentación infantil; no utilizar envases plásticos en el horno microondas; utilizar sartenes de cerámica en lugar de teflón, seleccionar productos sin fragancia y sin conservantes para el aseo personal, y no utilizar muebles que hayan sido tratados con retardantes de llama.

Las presunciones expuestas en este artículo son objeto de nuevos estudios que profundizan al respecto para llegar a conclusiones más firmes o certeras.

El portavoz y presidente de la Fundación Torres-Picón, Pedro J. Torres, estima importante estar al tanto de los avances de la ciencia en cuanto al estudio de la obesidad y de los factores que la estimulan o provocan así como los que se relacionan con ella. La obesidad mantiene hoy la característica de ser una epidemia global, así lo viene denunciando la Organización Mundial de la Salud (OMS), e involucra altos costos tanto en pérdida de vidas como en tratamientos.

GF/EDC

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